MISMA CELEBRACIÓN, PERO SIN CONSECUENCIAS proceso infeccioso llamado gastroenteritis”, matiza la gastroen-teróloga María del Mar Calvo. Otra diferencia que hay que hacer es entre el empacho y las digestiones pesadas. A veces se confunden los términos, pero estas últimas no necesariamente van ligadas a haberse pasado con la cantidad de comida ingerida. Las digestiones difíciles pueden ser crónicas, independientemente de tener un estilo de vida y unos hábitos alimenticios saludables. Es un trastorno que se llama dispepsia y que afecta a un 25% de la población general. “Las mismas molestias que caracteri-zan al empacho pueden aparecer también de forma crónica e incluso tras comidas muy ligeras. La mayor parte de las ocasiones se debe a una infección por Helicobacter pylori, una bacteria que coloniza el estómago y se asocia al desarrollo de gastritis crónica y úlceras”, explica la portavoz de la Funda-ción Española del Aparato Digestivos (FEAD). “Hay personas que pueden tener un retraso del vaciamiento gástrico crónico por patologías como la diabetes, que afecta al sistema nervioso del estómago, dificultando su función. Tam-bién puede existir una hernia de hiato (algo así como que la puerta del estómago estuviera siempre abierta), que favorezca el reflujo gastroesofágico con comidas habituales. En otras oca-siones, puede existir una hipersensibilidad que genere moles-tias con la digestión de alimentos saludables. Pero lo más con-veniente, cuando se repiten estos síntomas de forma constante tras la ingesta de alimentos, es consultar a un médico para va-lorar y descartar que no exista cualquier patología”, indica la especialista en aparato digestivo Blanca Sampedro. SEÑALES DE que es algo serio. Comer en exceso, por definición, es ingerir más allá de lo que el cuerpo necesita para nutrirse, que depende de cada persona. Triplicar las calorías que necesitamos en solo una comida de-finitivamente lo es. Cuando se trata de trasgresiones ocasiona-les, no repetidas, en uno o dos días, el estómago va recuperan-do su función y permite volver a la situación anterior sin conse-cuencias severas para la salud y con una completa resolución de los síntomas. “Como siempre, en medicina, lo importante es la periodicidad con que se llevan a cabo las cosas. Las ingestas copiosas y abundantes de manera ocasional no suelen conlle-var riesgos para la salud, salvo las ingestas masivas de drogas, incluyendo el alcohol”, recuerda la especialista del aparato di-gestivo María del Mar Calvo. También se considera un factor de riesgo tener un problema cardiovascular –sobre todo por el exceso de sal que se consume en estas comidas– o diabetes, ya que estos alimentos pueden elevar los niveles de azúcar en sangre y, si no se tiene un bue-no control de la enfermedad o se desconoce, se puede producir una descompensación. Hay que tener en cuenta también que en los estómagos de las personas de la tercera edad y en los be-bés cabe mucha menos comida, por lo que llenarlos en exceso durante estas fiestas puede causarles serias molestias, inclui-da la alteración del sueño. Además, los dolores de estómago y los vómitos que se pueden desencadenar tras un empacho son siempre más peligrosos si se dan en ancianos o en niños pequeños, ya que tienen más riesgo de deshidratarse o de que surjan otras complicaciones. Sigue leyendo En losestómagosde ancianosy bebés cabemenos comida,por lo que elexceso puedecausarlesseriasmolestias,incluidala alteracióndel sueño. Sigue leyendo MISMA CELEBRACIÓN, PERO SIN CONSECUENCIAS Así puedes prevenir la aparición del empacho. 1. Atención a las sensaciones de saciedad. En el estómago de una persona de complexión media caben dos litros de alimento –entre sólidos y líquidos–, por lo que si nos pasamos de esta cantidad en una sola ingesta ya estaremos sobrecargando este órgano y tendremos más posibilidades de comenzar a sentir los síntomas del empacho. Estas cifras pueden dar una idea de lo que significa “pasarse con la cantidad de comida”, pero lo fundamental es ser consciente de la saciedad, de cuando uno está lleno. 2. No reservarse para la cena. No hay que evitar comer durante todo el día para pegarte el homenaje en la cena. En estas fechas, los especialistas recomiendan seguir haciendo –aunque de forma ligera– las tres comidas del día. 3. Diseñar un menú saludable. Se puede programar el menú de las comidas y cenas navideñas con platos realizados con técnicas que aporten menos grasa que los rebozados o fritos. La plancha, los rehogados, los hervidos, al papillote o al horno son las mejores técnicas para estas fechas. 4. Cuidado con los entrantes. Para comenzar, hay que intentar introducir opciones saludables y proteicas –vegetales o marisco– y evitar las grasas de los embutidos. Las carnes más grasas se pueden dejar para las comidas y recurrir al pescado para las cenas. 5. Vigilar las raciones y las bebidas. Servirse raciones pequeñas y beber mucha agua durante la comida, ya que así disminuiremos las veces que recurrimos a la copa de vino o demás bebidas alcohólicas (que no hidratan). 6. Comer lento. La entrada de aire mientras comemos puede generar más gas y distensión abdominal, por lo que se recomienda comer despacio y no acalorarse en las discusiones familiares mientras se está comiendo. 7. Masticar bien. La saliva contiene amilasa, una enzima que comienza a descomponer la comida desde la boca. Si no masticamos despacio, el estómago tendrá que hacer más esfuerzo para suplir el trabajo de la amilasa, con lo que producirá más ácido y aumentará la acidez. 8. Elegir un buen postre. Se pueden comer turrones y polvorones con moderación, pero lo mejor es sacar siempre fruta para el postre y así tener también la opción saludable. En estas fechas se recomienda la piña, que es antinflamatoria y puede ayudar en la digestión.