CGATE / pROFESIÓN intervenciones raramente se incorporan elementos o mecanismos que mejoren las condiciones para personas con otro tipo de discapacidades que no sea la movilidad reducida”, señala Elisa Entrena. Nuevas tecnologías. Aunque, como apunta Javier Mén-dez, “las nuevas tecnologías no aportan la solución de todos los problemas, sí constituyen una importante he-rramienta para impulsar la accesibilidad. Tienen gran poder de atracción y, a su vez, reciben impulso desde las diferentes Administraciones. Pero son un elemento más de apoyo para otros conceptos prioritarios, como la evacuación, la seguridad de utilización, o la protección contra incendios y/o viviendas que puedan adaptarse con facilidad”. Es innegable que, actualmente, “las nue-vas tecnologías están logrando que una persona con discapacidad pueda desenvolverse de una manera más autónoma en el parque edificado, en comparación con décadas pasadas, en las que no eran tan asequibles y fáciles de implantar”, indica Jaume Arbós. De ahí que, “aunque no siempre se puede alcanzar el cien por cien de la adecuación, sí que se consigue mejorar conside-rablemente las condiciones de accesibilidad universal para gran parte de las personas que habitan o se mue-ven por determinados espacios”, afirma Elisa Entrena. Por su parte, Ivanka Ibisate cree que “algunas de las tecnologías que ya están beneficiando la calidad de vida de las personas usuarias (desde la automatización de diferentes elementos, sensores de movilidad, pantallas de información visual, asistentes de voz, señalización LCD y LED, etc.) están avanzando vertiginosamente y, sin duda, pueden ser un gran aliado para conseguir una accesibilidad universal, pero también tienen que atender a un diseño para todos en su propia concepción”. Apoyo legislativo. Para Francisco Javier Méndez, “en el campo de la accesibilidad, la normativa tiene una impor-tante carga jurídica y social que difícilmente se refleja en la regulación técnica, por lo que la plena inclusión ha de empezar por que todos integremos dicho objetivo con suficiente prioridad. Si, además, el incumplimiento de la normativa no tiene una respuesta ‘rápida’ desde la Administración competente, el resultado es el que tenemos. En nuestra legislación, la Ley de Integración Social de 1982 empezó a hablar de accesibilidad bajo un modelo en el que las personas debían adaptarse a las cosas. El RD Legislativo 1/2013, texto refundido de la Ley General de derechos de las personas con disca-pacidad y de su inclusión social, define un concepto de ajustes razonables (con fecha de implantación límite en diciembre 2017) y la accesibilidad universal. Con este texto, es el entorno el que ha de adaptarse a las necesi-dades de las personas”. En su opinión, son tres los crite-rios necesarios para intervenir en los edificios existentes: “No empeoramiento, proporcionalidad (más nivel exigi-ble de cumplimiento cuanto mayor envergadura tenga la intervención) y flexibilidad. El número de edificios que no tienen ascensor accesible y rampas de acceso en toda Europa es inasumible, sobre todo en un contexto que pretende provocar una revolución en la economía y el sector amparándose en conceptos como la eco-nomía circular, la sostenibilidad y la lucha y adaptación al cambio climático, partiendo del hecho de conseguir espacios saludables y alcanzar objetivos internacionales de desarrollo sostenible”. Con la ley en la mano, lo cierto es que hoy todavía existen dificultades para el cumplimiento de la norma-tiva existente. Ivanka Ibisate enumera algunas de ellas: “Las limitaciones que imponen los entornos construidos; la existencia de información dispersa y desactualizada sobre accesibilidad universal, con una amplia hetero-geneidad en las fuentes y el trabajo de la accesibilidad desde un conocimiento “informal” de la misma; la baja concienciación social con tendencia a trabajar la acce-sibilidad de forma parcial sin acometerla desde su di-mensión universal, quedando muchas veces reducida al ámbito de la accesibilidad física; la necesidad de una mayor coordinación y colaboración entre todos los agen-tes, sean públicos o privados, y la necesidad de apoyos económicos para su implantación o por falta de forma-ción adecuada en esta materia tanto dentro del sistema educativo como en el ámbito profesional”. ¿Cuánto cuesta la accesibilidad? Pablo José González ofrece unas cifras aproximadas del coste de las obras: “En edificios que disponen de ascensor las obras a eje-cutar suelen ser bajada a cota cero del ascensor exis-tente, eliminación de peldaños y actuación en puerta de acceso a portal, la inversión oscila entre los 10.000 y los 40.000 euros, aunque cabe apuntar que esta cifra puede variar dependiendo de diversos factores como la ubicación de las cimentaciones del edificio, la existencia de garajes en sótanos, características del ascensor, etc. En edificios que necesitan la ejecución e instalación de un ascensor nuevo, las cifras pueden superar en muchos casos los 120.000 euros de presupuesto de ejecución por contrata. Por ello, resulta de vital importancia la do-tación de partidas presupuestarias anuales que faciliten la consecución de este tipo de actuaciones”. Lo ideal sería que los propietarios pudieran contar con las cantidades necesarias para acometer dichas me-joras, pero la realidad es otra bien distinta. Méndez sos-tiene que “un planteamiento global del conjunto de las obligaciones mencionadas, apoyado con financiación sostenible y ayudas públicas, es necesario para revita-lizar el parque de edificios y adecuar su habitabilidad, sostenibilidad y confort a los tiempos actuales. Pero no será suficiente y no habrá sostenibilidad real si no se al-canza la accesibilidad universal, o al menos una adecua-ción efectiva a la misma”. Por eso, son importantes las ayudas prestadas por la Administración, ya sea estatal, autonómica o local. Gracias a ellas muchos edificios han podido mejorar la movilidad. Pero tenemos un parque edificado antiguo, donde la accesibilidad no se tenía en cuenta, y juntamente con un envejecimiento de la po-blación, con falta de recursos económicos para acceder a centros o residencias, y las ayudas son primordiales para alcanzar la accesibilidad en los elementos comu-nes de los edificios, así como en las viviendas”, incide Jaume Arbós. En este sentido, un buen ejemplo es la actuación del Gobierno Vasco, “concretamente a través de las Delegaciones de Vivienda de los diferentes terri-torios históricos, donde se han ido poniendo en marcha líneas de ayudas que permiten obras de adaptación de los edificios e incluso del interior de las viviendas, a las condiciones de accesibilidad vigentes”, manifiesta Ivanka Ibisate. Arquitectura Técnica y accesibilidad. Para que los pro-pietarios de los edificios puedan obtener estas ayudas y no perderse en un mar burocrático, los Arquitectos Técnicos tienen un papel fundamental, como bien señala Elisa Entrena, a la hora de “ayudar a las comunidades de propietarios a solicitar y tramitar las ayudas correspon-dientes. Nuestra profesión es una de las más versátiles, y cuenta con una amplia formación, tanto en el cono-cimiento de la normativa como en la ejecución de las obras, lo que hace que seamos los profesionales más y mejor cualificados para acometer obras de accesibilidad universal en los edificios existentes y también en su en-torno. Una cualidad de nuestra profesión es la cercanía y empatía en el trato con el ciudadano, la capacidad de diálogo y consenso, imprescindible en las reuniones de comunidad en las que se informa, asesora y ‘convence’ a los interesados sobre las soluciones a adoptar”. Todos nuestros expertos señalan que el papel del profesional de la arquitectura técnica es fundamental para alcanzar el objetivo de accesibilidad universal. Pa-blo José González resalta que “la figura del Arquitecto Técnico es capital en la consecución de los parámetros relativos a la accesibilidad universal, tanto en edificación como en entornos urbanos. Tenemos total competencia y las atribuciones necesarias para proyectar y ejecutar soluciones que doten de espacios accesibles a todo el entorno edificatorio. Nuestra experiencia a pie de obra facilita la correcta comprensión y resolución de cada caso concreto de una forma pormenorizada, detallando la mejor solución posible atendiendo a parámetros eco-nómicos, normativos y dimensionales”. Jaume Arbós cree que los criterios técnicos y la formación de los Arquitec-tos Técnicos es “una ventaja respeto a otras profesiones, ya que viendo el problema somos capaces de determinar las posibles soluciones, así como las intervenciones que se tienen que realizar. Esta habilidad o facultad nos hace especialmente necesarios en las intervenciones de los edificios existentes, donde la normativa, normalmente, no se puede aplicar en todo su contexto y tenemos que sacar la inventiva para realizar los posibles ajustes razonables. Asimismo, somos profesionales que desa-rrollamos gran parte de nuestro trabajo en la edificación existente, con lo que conocemos los edificios y aquello de lo que carecen, razón por la cual, en temas de ac-cesibilidad, somos el colectivo que puede asesorar de una manera muy próxima a los propietarios”. De igual opinión es Ivanka Ibisate: “Para alcanzar el objetivo de accesibilidad universal, es necesario contar con profe-sionales capacitados en esta área de conocimiento, no solo dando cumplimiento al marco jurídico, sino tam-bién en formación técnica, y conociendo todas las ba-rreras a las que se enfrentan las personas usuarias en el ejercicio real y efectivo de sus derechos a través de su propia autonomía personal, de su inclusión en la vida en comunidad y a la vida independiente en igualdad de oportunidades y de trato”. Todas las instituciones vinculadas con el ejercicio de la Arquitectura Técnica son conscientes de la oportuni-dad que tiene la profesión para ser un agente impor-tante en el cambio de mentalidad en la sociedad a la hora de conseguir unos edificios de todos y para todos. En este sentido, Francisco Javier Méndez explica que “en la Comisión de accesibilidad de Aparejadores Ma-drid creemos que es importante fomentar la relación de nuestro colectivo profesional con las personas en situa-ción de discapacidad, como fuente de conocimiento y sensibilización; sensibilizar al colectivo en particular y a la sociedad en general de que la accesibilidad es una característica estructural de un espacio arquitectónico y no es una opción que se pueda elegir; favorecer la transmisión de conocimiento entre los profesionales y la especialidad en accesibilidad e interactuar con otros colectivos y asociaciones”. Además, los distintos Colegios Oficiales de la Arqui-tectura Técnica trabajan para ofrecer a sus miembros información y formación en torno a la accesibilidad uni-versal como herramienta de cohesión social, trabajando en colaboración con distintas entidades representantes de las personas con discapacidad, para conocer de pri-mera mano sus necesidades y poder aportar las mejores soluciones. •