texto_Rosa Alvares Como cantaban en la ópera ‘Porgy & Bess’, es verano y vivir es más fácil... Sobre todo si tenemos a mano una piscina que nos refresque y nos haga regresar, incuestionablemente, a ese paraíso estival que nos conduce a un estado de alegría y, por qué no, también de placer estético. Hace mucho calor. En la piscina, unos críos chapotean junto a unos adultos que in-tentan hacer unos largos. En el bordillo, una señora se refresca y, desde una tum-bona, alguien contempla la escena con una ligera sonrisa. Las piscinas resultan el escenario perfecto para sentirse bien. “En torno a ellas hay una serie de bondades que nos ponen de acuerdo a todos: el sol, el tiempo libre, el contacto con la piel, la naturaleza… Porque no olvidemos que el agua es natura-leza, aunque en este caso sea contenida. Creo que este torbellino es lo que genera ese campo magnético de feli-cidad en torno a una piscina”, reconoce Anabel Vázquez, parte dEL PAISAJE Piscina de Bondi Beach, en Sídney (Australia), ejemplo de cómo este tipo de construcciones pueden respetar la naturaleza. edificios con historia fotos: © Getty Images y Alamy Stock Photo/Cordon Press