pROcesos y materiales Ubicación. El parque infantil debe estar ubicado en un lugar accesible, con al menos un itinerario peatonal acce-sible que lo conecte con los viales próximos y las plazas de estacionamiento reservado, y estará correctamente señalizado. Es importante conocer la afluencia prevista, tanto de usuarios como de acompañantes, y la orienta-ción y las condiciones climáticas, para posibilitar som-bras y controlar el viento y las corrientes. En el interior se cumplirá la accesibilidad según los criterios técnicos marcados en la normativa vigente, relativos a la entrada, itinerarios peatonales, zonas de mobiliario y espacios de juego. No existirán resaltes ni diferencia de nivel entre las áreas de juego y las áreas circundantes para permitir el libre movimiento tanto a niños y niñas y acompañantes que usen ayudas para la movilidad. Además, será nece-sario conocer los servicios cercanos existentes, así como la infraestructura disponible para instalación de ilumi-nación, sistema de riego, disposición de fuentes de agua potable y otros elementos. Utilización de elementos naturales. Es importante considerar la vegetación para proporcionar riqueza vi-sual, táctil, auditiva y olfativa, ayudando a la mejora de la calidad del aire y al control climático, creando sombras en las zonas de estancia y en las zonas soleadas, y protección contra los vientos. Se recomienda considerar la incorpo-ración de jardines sensoriales que estimulen los sentidos, así como aprovechar el factor educativo por la informa-ción que reciben los menores al observar los cambios de las plantas. La vegetación también puede contribuir a conseguir zonas acústicamente más confortables, donde determinadas personas (usuarias de audífonos, con fono-fobia, etc.) se sientan más cómodas. Por otro lado, el pro-pio terreno puede proporcionar experiencias dinámicas y favorecer las habilidades espaciales de los niños, por lo que puede ser una buena propuesta aprovechar la topo-grafía del terreno con sus desniveles y accidentes para crear pendientes por las que el niño pueda rodar, gatear, escalar o arrastrarse. Al jugar en el suelo, los niños están al mismo nivel, es más fácil el contacto visual y se sienten más seguros. Y, por último, posibilitar el juego con el agua y la arena estimula la creatividad de los pequeños, por lo que se considerarán un arenero y una fuente o arroyo. Evitar segregación por edades y tamaños. El parque debe ser un lugar en el que cualquier persona pueda ju-gar y disfrutar con independencia de su edad, tamaño o constitución. El espacio, los juegos y columpios y el mobi-liario deben garantizar que nadie se sienta discriminado por no coincidir con la ergonomía o dimensiones están-dar. Los recursos y elementos existentes deben permitir a todos los usuarios participar y jugar según sus gustos, necesidades y capacidades, para lo que se incorporarán equipos con diferentes valores de juego y varios niveles de desafío, para que cada niño elija su mejor opción, hu-yendo de la segregación y de los conflictos en el uso que generan los columpios de uso exclusivo a niños con al-guna discapacidad. Se puede considerar la incorporación de elementos de juego de personas mayores, así como la introducción de otros sectores de la población a disfrutar y ejercitarse al aire libre. La interacción entre distintas generaciones de personas, desde edad temprana hasta la tercera edad, proporciona una experiencia social más rica y diversa. Seguridad y uso de los pavimentos. La seguridad de los niños es lo primero, por lo que se garantizará que cada componente cumpla con la normativa europea UNE-EN 1176 (Requisitos generales sobre seguridad infantil). Los pequeños deben jugar con riesgo controlado y segu-ros. En cuanto a los pavimentos, serán accesibles, duros, estables, antideslizantes en seco y mojado, sin piezas ni elementos sueltos. La colocación y mantenimiento del pavimento será continua y con ausencia de resaltes y otros obstáculos. No se admite la utilización de tierras sueltas, grava o arena, que no aseguran la accesibilidad. Los pavimentos utilizados en las zonas de seguridad de los elementos de juego serán accesibles, independien-temente del nivel de amortiguación que necesiten por la normativa de seguridad. Se recomienda el contraste cro-mático con la utilización de distintos colores para la dife-renciación de las zonas de juego y espacios de circulación, como ayuda a la orientación espacial. El pavimento es el elemento que más ha preocupado en los últimos tiempos, sobre todo en lo referente a la seguridad, priorizando los suelos antimpacto que amortiguan la caída, primero con la loseta de caucho reciclado y, posteriormente, con el pa-vimento continuo del mismo material en distintos colores y diseños, para diferenciar las zonas y facilitar la orienta-ción y localización a los niños y niñas con resto visual. Elementos de juego inclusivos. El parque tendrá dife-rentes zonas, con áreas para juegos físicos, para el juego social que estimule la imaginación, otras que proporcio-nen experiencias sensoriales y otras que inviten al so-siego. En estas zonas se dispondrán diferentes elementos de juego, que pueden ser independientes o parte de una estructura de juegos combinados. No todos los niños y ni-ñas tienen el mismo nivel de desarrollo físico y cognitivo, pero sí tienen la misma necesidad de jugar y pasarlo bien, de montar en el juego más divertido y de llegar al punto más alto. Para ello, en algunos casos necesitarán a un adulto, por lo que los juegos deben garantizar el acceso y uso por parte de acompañantes adultos. Los juegos y columpios deberán permitir su acceso, uso y disfrute a los menores y sus padres o acompañantes, con o sin discapa-cidad física, cognitiva y/o sensorial. En general, todos los elementos de juego que permitan un valor lúdico diverso y distintas alternativas de acceso, uso, manipulación, aga-rre unido a la seguridad, aportarán un mayor grado de satisfacción a una mayor extensión de personas, con o sin discapacidad. Categorías de juego. Los juegos se pueden dividir en dos clases. La primera estaría constituida por los elemen-tos de juego a nivel de suelo, a los que se llega mediante una ruta accesible. Algunos ejemplos son la casita (estos modelos de las casitas, los patios y los mostradores fo-mentan el contacto social y la comunicación entre todos los niños y son auténticos refugios para los niños con au-tismo, que les permiten estar solos y observar tranquila-mente) y el trampolín a ras de suelo (los niños en silla de ruedas pueden colocarse en el centro y, con ayuda de la persona que les acompañe, disfrutar de la sensación de rebotar). En segundo lugar se encuentran los elementos de juego elevado, a los que se accede por encima del ni-vel del suelo, y para entrar a las cotas superiores e infe-riores se utilizan escaleras, rampas y/o plataformas de transferencia. Es el caso de los toboganes (proporcionan sensación de velocidad sin que el niño tenga que hacer ningún esfuerzo durante el descenso), los juegos de ro-tación individual o en grupo (proporcionan una buena estimulación sensorial y motriz; los niños experimentan la velocidad y la fuerza centrífuga), los columpios (com-binan coordinación motriz y estimulación sensorial y de-sarrollan la sensación de que el cuerpo se mueve en el espacio, además, la repetición del movimiento genera un efecto tranquilizador), los muelles (desarrollan las habi-lidades motrices y el sentido del equilibrio y proporcio-nan agradables movimientos de balanceo), balancines, los juegos temáticos, las camas elásticas (desarrollan las habilidades motrices, fortalecen los músculos y fomen-tan la coordinación y el equilibrio), los areneros (es una actividad didáctica para niños con capacidad de estímulo sensorial, motriz, social, cognitivo y creativo), los juegos combinados elevados, los de interacción, los temáticos (desarrollan la imaginación, la fantasía y las relaciones in-teractivas) y otros. Zonas de estancia. Complementan al parque y deben poder ser utilizadas por los niños/as y sus padres o acom-pañantes, que esperan mientras estos juegan y disfru-tan. Han de ser accesibles y disponer de un mobiliario con criterios ergonómicos (con respaldo, reposabrazos y materiales resistentes a la intemperie y acordes a las condiciones climatológicas), estar bien ubicados para posibilitar su acercamiento, así como disponer de un es-pacio de 1,50 m para ubicar sillas de ruedas, andadores o carritos de bebés y que no invadan las zonas de circula-ción y, en especial, el itinerario peatonal accesible. Estas zonas han de cumplir con las condiciones marcadas en la legislación vigente en los espacios públicos urbaniza-dos, en lo referente a bancos, mesas, papeleras, fuentes de agua potable, tótems de información y otros. Se re-comienda que las zonas de estancia estén situadas en un área que permita un control visual óptimo de todo el parque para observar a los menores en todo momento, pero, a la vez, ligeramente retiradas para ofrecer cierto grado de libertad a los niños/as. Estas zonas de estancia tendrán espacios sombreados para el control climático, según la estación del año, y podrán disponer de un me-rendero con lugares accesibles de manera que se mejore su calidad global. Mantenimiento. El parque infantil debe contar con una gestión integral de mantenimiento de todos los elemen-tos naturales y artificiales que lo conforman para que, además de minimizar los posibles riesgos de peligro, se garantice el uso continuo de la instalación, manteniendo intacta la cadena de la accesibilidad. Los parques infantiles inclusivos deben estar dise-ñados para dar rienda suelta a la imaginación de los más pequeños, por ello el espacio y el mobiliario debe fomen-tar la imaginación y la creatividad de los más pequeños y facilitarles el juego. Esto activará diferentes zonas del ce-rebro que favorecerán el desarrollo físico y neurológico. Estos parques también son estupendos lugares para que los niños y las niñas practiquen habilidades sociales que, en algunos casos, pueden resultar difíciles, y los juegos colaborativos facilitaran la labor. También se posibilitará el juego en solitario para niños que quieran explorar y descubrir solos, y el juego de espectador, para menores que, sin participar, miran o dialogan con otros que están jugando. ¿Qué dice la ley? A nivel mundial, la mayoría de la le-gislación y normas técnicas en referencia a este tema hablan de generalidades, exceptuando las normas ADA estadounidenses (Standards for Accessible Desing), que establecen requisitos de diseño y construcción y marcan criterios objetivos y dimensiones específicas; la norma chilena NCh 3603, que marca criterios para el acceso, la aproximación y el uso por parte de personas con disca-pacidad, con el objetivo de integrarles a las áreas de jue-gos tradicionales, y la Orden española TMA/851/2021 que, por primera vez, incluye un artículo específico (Ar-tículo 8. Sectores de juegos infantiles y de ejercicios), estableciendo unas cuotas mínimas y unos criterios. A pesar de la buena intención de esta Orden, dicho artí-culo se queda un poco escaso y, en enero de 2022, el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, publicó la Guía de Recomendaciones para la aplicación de la TMA/851/2021, añadiendo algunas mejoras y recomen-daciones. Esto nos deja claro que las normativas marcan criterios de mínimos y no podemos conformarnos con ello, siendo necesario ir a más. En cuanto a la legislación autonómica, hay doce comu-nidades autónomas que ni siquiera consideran el sector de los juegos infantiles en ningún apartado de su norma-tiva de accesibilidad. Madrid y Cataluña lo integran en el borrador del nuevo reglamento, y únicamente cinco comunidades establecen una cuota mínima de elementos accesibles. Es evidente que el sector de los juegos infan-tiles ha sido el gran olvidado en la normativa de accesibi-lidad y, con ello, nuestras niñas y niños. Esperemos que, a partir de la aprobación de la TMA/851/2021, las norma-tivas autonómicas se pongan las pilas y se introduzca el sector de los juegos inclusivos con criterios de máximos. De lo que sí se dispone es de manuales de las empresas fabricantes de juegos, que son bastante más completos en cuanto a tipos y diseños según las distintas necesida-des de los usuarios. Las personas queremos ser felices y el juego es el me-dio para conseguirlo, pero parece que hemos olvidado como jugar y socializar y, por ende, como empatizar y ponernos en el lugar del otro, volviéndonos más egoístas e introvertidos. Nuestros menores, influidos inconscien-temente por las ocupaciones y preocupaciones de los mayores, también han modificado su forma de jugar, no tienen tiempo libre, usan videojuegos, ven la televisión y socializan en centros comerciales y espacios de ocio ce-rrados, limitados y estancos, o individualmente en el inte-rior de los hogares. Se potencia enseñar conocimientos más que aprender con vivencias, y se da más importancia a la inteligencia que a la emoción y, paradójicamente, nos apuntamos a cursos de “inteligencia emocional” y plata-formas para conocer personas y socializar. Urge reflexionar sobre cómo abordar el juego urbano en el futuro, y para ello es prioritario recuperar las calles, las zonas comunes de los edificios o incluso las paradas del metro y autobuses, para crear microespacios inclusi-vos de juego y disfrute para todas las edades, dotados de elementos de recreo seguros, con un alto componente lúdico, que proporcionen experiencias motrices, senso-riales, cognitivas y sociales, incluso con tecnologías elec-trónicas en los juegos, y todo ello con la garantía de la accesibilidad para humanizar la ciudad y conseguir que la sociedad avance sin descartar a nadie por la capacidad o discapacidad que pueda tener. La inclusión beneficia a todas las personas con o sin discapacidad, permite re-lacionarnos, conocernos, ser más optimistas, aceptar la diversidad y ser más felices. • LOS PARQUES INFANTILES INCLUSIVOS DEBEN ESTAR DISEÑADOS PARA DAR RIENDA SUELTA A LA IMAGINACIÓN DE LOS MÁS PEQUEÑOS Y FACILITARLES EL JUEGO