+de 200 km/h Seguir leyendo El artesano Luis Portabales realiza piezas en madera bajo la firma Carballo Estrela (arriba izda.). Miguel Araújo (arriba a la derecha) dirige, junto a su primo Luis, Ferraxaría Gallega. Un cruceiro del siglo XV preside la pintoresca praza da Leña (abajo). Una de las que mejor ha sabido adaptarse urbanísticamente, haciendo las paces con sus vecinos y con su patrimonio, ha sido Pontevedra, pese a que llegó al siglo XXI, en cierta manera, herida en lo medioambiental. En los últimos 25 años ha apostado valien-temente por la peatonalización, sacando a los coches del casco histórico y devolviendo la ciudad a sus vecinos. Pontevedra es una ciudad renacida. Y sus habitantes están luminosamente orgullo-sos. “Aquí se usa mucho el término Boa vila (buena villa), que se mimetiza fonéticamente con Boa vida (buena vida). Y es que vivir en Pontevedra es sinónimo de calidad de vida”, dice la diseñadora artesana Sara Formoso, de la marca de bolsos reciclados Tombo Bags. Para ella, Pontevedra “tiene el tamaño perfecto, el comercio local todavía existe y no es necesario coger el coche ni acudir a grandes superficies”. Pasear por una ciudad libre de coches obli-ga a un nuevo y liberador mindset: “Aquí no hay bordillos, casi no hay pasos de peatones… Mis hijas van al cole en patinete con 3 y 9 años y es totalmente seguro. Lo mismo para las personas con movilidad reducida”. Ella misma hace gala de esta cercanía y com-pra las fornituras y accesorios para sus bolsos en el comercio local, tejiendo redes entre comerciantes y vecinos. Otro artesano, Luis Portabales, detrás de las tablas de made-ra de Carballo Estrela, también ha vivido lo suficiente para recordar la ciudad antes de la peatonalización: “Cruzaba mi viejo Renault 18 a través del centro o el casco antiguo y, visto ahora en perspectiva, es una ciudad más ordenada, más tranquila y mejor. Se ha convertido en un lugar donde poder parar y estar, y no tanto en un lugar de paso”. Luis tuvo en la ciudad una tienda de estilo de vida campestre, con marcas selectas que difícilmente podían verse en estas latitudes, el germen de lo que ahora es Carballo Estrela, su particular fábrica artesanal de tablas de cocina de autor y acce-sorios en exquisita madera. Para él, Pontevedra tiene mucho que dar a sus vecinos: “Es una ciudad en calma, resulta sencillo dialo-gar con ella manteniendo una conversación fluida, a pie de calle. Tienes las ventajas de vivir en un lugar sin los probables agobios de una gran urbe ni las posibles carencias de un pequeño pueblo. Se trata de un lugar acogedor, donde es fácil desarrollar la experiencia de pertenencia, de comunidad”. Plazas y calles peatonales y cafés ‘art nouveau’ Basta un paseo por la nueva Pontevedra para comprender que es una ciudad con una idea clara de sí misma. Sacados los coches de las calles, los ciudadanos pasean en calma, las familias florecen (es la gran ciudad del norte para tener hijos) y las tiendas siguen bri-llando a pesar del comercio electrónico. Negocios viejos como la Ferraxaría Gallega (Rúa Real, 30) sigue siendo uno de los esta-blecimientos icónicos de la ciudad, con unas soberbias estanterías de castaño en donde guardan herramientas y material de ferretería. La ciudad de provincias, con su vida lenta, sigue sobreviviendo en el Café Moderno, en un edificio modernista en la Plaza San José, que también es sede de AFundación, la obra cultural de ABanca, la resultante financiera de fundir las pequeñas cajas de ahorros gallegas. El café conserva muebles y espejos art nouveau y ese aje-treo de ciudad de provincias tan en peligro de extinción. La misma magia se siente en la praza da Peregrina, con sus fuentes cam-pesinas y ese paisaje despejado que da perspectiva a la vida. Y es que la recuperación de los espacios ha sido una de las luchas capitales de la ciudad en los últimos años. Lugares vibran-tes como la praza da Verdura, los coquetos soportales, el Liceo Casino (Rúa Manuel Quiroga, 21) el Teatro Principal (Rúa Paio Gómez Charino, 6). Edificios singulares como el modernista Colegio de Arquitectos, en la Plaza del Muelle o el palacete de las Mendoza, situado en la avenida de Santa María, y muy próximo a la Basílica de Santa María La Mayor. El último gran éxito de la ciudad ha sido recuperar el Convento de Santa Clara (Rúa Santa Clara, 16), un enorme convento de clausura del siglo XIV que ya forma parte del patrimonio municipal y ha sido desa-cralizado para conciertos, exposiciones y actividades culturales. Las visitas son por cita previa, pero pronto se abrirán sus jardines y su museo. La gran revolución cultural en Pontevedra Fran Cochón es un viejo conocido de la ciudad. Ha regentado durante más de una década una tienda de bicicletas artesanales Fixed&Single. En ella reparaba o daba nueva vida viejas bici-cletas de acero, actualizándolas a la cultura de bici urbana de California. Su éxito ha sido relativo, porque la peatonalización no solo ha desterrado al coche, sino también a la bici y la tienda per-manece semicerrada en las Galerías de la Rúa da Oliva, aten-diendo apenas pequeños encargos. Cochón ha visto la transforma-ción de Pontevedra y alaba a las instituciones su arrojo por cambiar las cosas y devolver el espacio a las personas. Sin embargo, para él, la bicicleta es la gran olvidada de la peatonalización: “Está muy bien esto de echar a los coches, pero a veces genera problemas a los vecinos. Tener unas aceras gigantes no le mejora la vida a los vecinos, debería haber un consenso a la hora de peatonalizar cier-tas áreas. La bicicleta también es movilidad y movilidad limpia”. Entre unas calles de ciudad idílica, la cultura se abre paso poco a poco. Desde la Fundación RAC, un espacio cultural impre-sionante dedicado al arte contemporáneo en la rúa Sarmiento a la Feria Franca, una de las fiestas de época más importantes de As Rías Baixas, que aglutina desde artesanía a música, danza u oficios olvidados. Fuera de lo institucional, son dos los lugares que man-tienen la llama cultural en la ciudad, comenzando por el indes-criptible O Sanatorio (Rúa Andrés Muruais, 9): un bar que no es bar, una sala de conciertos que tampoco lo es y un hub de cultura en un edificio histórico que redefine la idea de local nocturno. Por su lado, Palmkids, es el lugar de encuentro de dos diseñadores gráficos con inquietudes poliédricas como la cerveza artesanal y el arte urbano. Desde su local en la calle Naranjo, dan vida y color al tono cómodo y señorial de esta cómoda ciudad. “Hemos querido abrir el local al que nos gustaría ir y quedándonos en Pontevedra, con sus ventajas y sus desventajas. Nos gusta vivir aquí y creemos que tiene un gran potencial dentro del llamado eje atlántico”. Es la sensación de ancla que tiene esta ciudad, no todo es una partida a través del río Gafos...