9 Informe económico y financiero #29 | Nota de coyuntura Desde inicios de 2021 los flujos de capitales hacia economías emergentes y en desarrollo muestran una cierta volatilidad. Los shocks negativos de productividad en determinados sectores se pueden propagar a otros sectores aumentando el efecto sobre la producción. En las economías avanzadas, las decididas políticas monetarias expansivas de los bancos centrales han creado unas condiciones financieras muy favorables. Los gobiernos han podido realizar importantes aumentos del gasto para luchar contra la epidemia y de las transferencias para sostener el flujo de ingresos de familias y empresas, gracias a que los bancos centrales han puesto en marcha políticas monetarias no convencionales, con programas de adquisición de activos para facilitar la financiación de todas estas medidas. Gracias al aumento del flujo de crédito generado por estas políticas monetarias, la financiación también ha llegado al sector empresarial, permitiendo una suavización de los efectos de la recesión. En cambio, en las economías emergentes es posible que, en un futuro próximo, las condiciones financieras se tensionen notablemente. Si en las economías desarrolladas cambia de forma abrupta la orientación de la política monetaria, con el consiguiente aumento de los tipos de interés y la retirada de capitales de los países emergentes, estas economías emergentes y en desarrollo pueden experimentar dificultades. Podrían darse importantes episodios de repatriación de capitales, como los observados en 2013 cuando la Reserva Federal norteamericana redujo de forma demasiado abrupta el volumen de las inyecciones de liquidez iniciadas después de la crisis financiera de 2008. En la segunda mitad de 2020, ante las expectativas de una pronta recuperación, se produjo un importante aumento de los flujos de capitales hacia economías emergentes y en desarrollo, un flujo que alcanzó a más de dos tercios de todos los países de este grupo. Pero desde inicios de este 2021 estos flujos muestran una cierta volatilidad y podrían revertirse con facilidad si hay un cambio en la confianza de los inversores internacionales. Un escenario como este generaría graves problemas a los países más dependientes de la financiación externa, con aumentos de las primas de riesgo, tanto de la deuda pública como de la corporativa, precisamente en un momento en que las necesidades de financiación de estas economías serán aún muy grandes. El FMI estima que, en los países emergentes, excluyendo China, la deuda pública aumentará este año 2021 en una magnitud equivalente al 61% del PIB. La necesidad de financiación externa neta, que ya estaba a niveles de récord histórico en 2020, aumentará hasta situarse en el 13% del PIB. En el sector privado, el elevado nivel de deuda empresarial hace aún más vulnerable la evolución de las economías emergentes ante un tensionamiento de las condiciones financieras. Los más vulnerables son los países en desarrollo con peores fundamentos de crecimiento e inflación, pero también son factores clave el volumen de reservas de divisas, la composición de la deuda, que en muchos casos tiene un vencimiento a corto plazo, y los riesgos político-sociales. En muchos países en desarrollo, el sistema bancario nacional es el máximo comprador de deuda pública, con lo cual el endurecimiento de las condiciones financieras podría poner en marcha un bucle negativo entre riesgo soberano y riesgo bancario. Las posibles cicatrices a medio plazo Toda crisis económica profunda puede tener efectos permanentes a medio plazo a través de diversos canales, especialmente por la peor evolución de la productividad, pero también por los daños en el tejido empresarial, en el mercado de trabajo o en la acumulación de capital humano. Los shocks negativos de productividad en determinados sectores se pueden propagar a otros sectores aumentando el efecto sobre la producción. Si bien los sectores más afectados por la crisis, como la restauración o el comercio, no ocupan un lugar central en muchas economías, la gran magnitud del impacto inicial de la crisis ha provocado un importante efecto contagio desde los sectores directamente afectados por las medidas de confinamiento y distanciación hacia el resto de sectores. Las quiebras de empresas tienen efectos duraderos, pues destruyen puestos de trabajo y perjudican la cadena de suministros. Durante la pandemia las políticas gubernamentales, especialmente en los países avanzados, han limitado el número de quiebras empresariales. Pero a medida que se supera la crisis, se seguirán produciendo cierres de empresas pues las medidas de apoyo van a disminuir y deberán concentrarse en aquellos sectores más golpeados por la crisis, dejando de lado las empresas que han dejado de ser viables. En el mercado de trabajo deberían implementarse políticas que eviten que las personas caigan en largos períodos de desempleo.