27 Informe económico y financiero #29 | A debate Usar los datos para hacer el bien: el reto de la Administración del siglo xxi Kiko Llaneras Periodista de datos en El País Octavio Medina Senior Associate en Ideas42 Introducción En enero de 2020, un científico chino subió a una base de datos el genoma de un virus recién descubierto y una empresa estadounidense lo usó para desarrollar una vacuna revolucionaria que ha salvado millones de vidas. Es un caso exótico de digitalización, pero elocuente: los datos pueden llegar a ser así de valiosos. Hace quince años que hablamos de los datos como de riqueza y cinco desde que lo hacemos también con miedo. Casi siempre pensamos en su uso privado, en lo que hagan con estas tecnologías las grandes empresas; a veces nos inquietan los estados totalitarios. Todo esto es razonable, pero ¿qué pasa con los usos virtuosos de la ciencia de datos? No hablamos lo suficiente de eso. Los estados guardan cada vez más información. El censo sabe con quién vives, en las administraciones de Sanidad saben si acudes al médico, la Seguridad Social conoce tu vida laboral y Hacienda sabe cuánto dinero ingresas y cuántos hijos tienes. Con el tiempo, estos sistemas tendrán un historial de tu vida mejor que Facebook o cualquier red social. Son detalles que se recogen por diferentes motivos, pero ¿no podrían explotarse para hacer mejor nuestras vidas? Las empresas no van a combatir la desigualdad, no van a investigar el valor añadido de las escuelas, ni preocuparse por la contaminación de un barrio o por el tráfico. Pero los gobiernos pueden usar los datos que custodian para enfrentar esos problemas. Es fácil elucubrar montones de oportunidades. Pensarlas parece ciencia ficción, pero no lo son. A continuación repasamos ejemplos reales que van en esa dirección. Los datos calle a calle Desde 2019 la información geolocalizada se ha multiplicado en España. Ahora es fácil observar muchas características de una sección censal, áreas de apenas 1.000 vecinos, a veces tan pequeñas como una manzana. Puedes buscar tu calle y saber si allí viven familias, averiguar a qué partidos votan tus vecinos, conocer vuestra renta mediana o el índice de pobreza. El Instituto Nacional de Estadística (INE) y la Agencia Tributaria han multiplicado la información disponible en el último lustro, y volverán a hacerlo en 2022 con un nuevo censo. Estos datos son utilísimos. Solo explorarlos arroja información interesante, como muestran algunos ejemplos que hemos publicado en El País. En 2019 contamos con un mapa que en España hay cientos de vecindarios donde la mayoría de gente no vota, como en las Mil Viviendas (Alicante) o en Palma-Palmilla (Málaga). También nos detuvimos a ver cómo Madrid se ha vaciado de niños: hay muchas zonas del centro donde no hay ni uno por cada diez adultos, y otros barrios periféricos, como Las Tablas o Montecarmelo, donde hay más niños que adultos. A final de ese año usamos una docena de variables, pueblo a pueblo y barrio por barrio, para explicar que un partido nuevo sacaba votos donde había más inmigración. Son solo ejemplos cercanos de una tendencia que se repite en otros países. Podemos destacar también los esfuerzos de la ONS británica en visualización, o el proyecto Social Explorer en Estados Unidos, que ahora tendrá versión para España gracias al Centre d’Estudis Demogràfics.