11 Informe económico y financiero #29 | Nota de coyuntura Los problemas de liquidez son frecuentes en las pequeñas empresas. En los países desarrollados la deuda de empresas pequeñas con problemas de liquidez supone el 30% del total de deuda empresarial. Para estos casos la mejor solución son los programas de garantía pública de créditos. Los problemas de solvencia afectan a las empresas pequeñas, pero también a algunas medianas y grandes empresas. Las pequeñas empresas con problemas de solvencia, pero viables, suponen un 30% del total de la deuda empresarial. Las empresas grandes y medianas con problemas de solvencia, pero viables, suponen un 14% y un 18% respectivamente del total de deuda empresarial. Si tienen acceso a los mercados, estas empresas deberían obtener capital en el mercado. En caso contrario, el sector público las podría ayudar con inyecciones de capital mediante acciones preferenciales, que deberían incluir una clara estrategia de salida, y también utilizando instrumentos híbridos como los préstamos de participación de beneficios. Los desequilibrios de China China es uno de los países que más rápidamente se ha recuperado del impacto económico ocasionado por la pandemia, pero con la crisis han aumentado algunas vulnerabilidades financieras ya existentes con anterioridad. Las medidas de política económica han contribuido a salir de la crisis con rapidez, pero han supuesto un notable aumento del endeudamiento, tanto del sector público como de las empresas. La política monetaria se orientó a estimular el flujo de crédito hacia empresas pequeñas y microempresas, que eran las más susceptibles a los efectos de la crisis. Pero este es, tradicionalmente, un sector de riesgo elevado. Además, entre las grandes empresas, las que más han aumentado su deuda son aquellas que antes de la crisis ya mostraban una menor capacidad para pagar el servicio de la deuda, pues son las que más han aprovechado la existencia de garantías del sector público, especialmente de los gobiernos regionales, ya fueran explícitas o implícitas. La magnitud del problema se hace evidente al ver que las empresas que han emitido deuda recientemente y que antes de la crisis habían tenido pérdidas durante al menos dos ejercicios, o habían mostrado ratios de deuda neta respecto a EBIT superiores al 15%, suponen un 40% del PIB y representan el 50% de toda la deuda en bonos corporativos. Todo esto señala la posibilidad de que en China se produzca una corrección abrupta de la valoración del riesgo de crédito, que endurezca las condiciones financieras y provoque un descenso en las cotizaciones bursátiles. Las autoridades chinas tienen ante sí un reto importante para deshacer de forma ordenada este entramado de garantías que encadena el riesgo de crédito de las empresas con el riesgo de los distintos niveles de la administración pública y afecta directamente la estabilidad de las instituciones financieras. De ello depende que el crecimiento económico del país pueda mantener el buen ritmo actual. La política fiscal En muchos países, el déficit del presupuesto público y los niveles de deuda pública se han situado a niveles muy elevados y sin precedentes, debido al aumento de los gastos y transferencias del sector público y a la caída de los ingresos causada por la contracción de la producción. El pasado año 2020, en los países avanzados, por término medio, el déficit público alcanzó el 11,7% del PIB, mientras que en las economías emergentes se situó en el 9,8%. A nivel global, la deuda pública se situó en el 97,3% del PIB, 13 puntos porcentuales más que en el año anterior. Este 2021, el tamaño de los déficits públicos se reducirá, a medida que gradualmente disminuyan algunas acciones directamente relacionadas con la pandemia. Aunque varias economías desarrolladas, como Estados Unidos, Canadá, Japón, el Reino Unido o las de la Unión Europea, han anunciado que algunas medidas de política fiscal expansiva se mantendrán este año 2021 e incluso más allá. Resulta de vital importancia llegar a un equilibrio entre los riesgos que supone al aumento excesivo de la deuda pública y aquellos derivados de una retirada prematura del apoyo de las políticas fiscales. Para ello es necesario realizar planes fiscales creíbles a medio plazo, que contemplen el mantenimiento, a corto plazo, de un determinado impulso fiscal, pero incluyan el compromiso posterior de aumentos de los impuestos y recortes de los gastos que hagan posible la sostenibilidad de la deuda pública. Es importante que la retirada de las medidas de apoyo se realice de forma gradual, para no perjudicar la recuperación de la actividad. Allí donde los indicadores económicos pudieran empeorar, las medidas de apoyo deberían ser introducidas de nuevo. Cuando la recuperación económica se haya consolidado se podrá hacer frente a las debilidades estructurales de las finanzas públicas mediante reformas del sistema impositivo y de las estructuras de protección social. Estas reformas han de hacer posible que, a medio plazo, la política fiscal juegue un papel activo para favorecer la posible la transición hacia una economía más verde y más digitalizada. En China, con la crisis han aumentado algunas vulnerabilidades financieras ya existentes con anterioridad. A medida que las restricciones debidas a la pandemia se puedan relajar, el apoyo fiscal deberá desplazarse hacia las reformas estructurales.