cultura / Pueblos sumergidos medioambientales y proteger así valles y pueblos de la alta montaña. La población se enfrentó a las Fuerzas de Seguridad del Estado contra el desalojo de lo que que-daba del viejo Riaño que, como cuenta Julio Llamazares en el artículo “Regreso a Riaño” publicado en El País en 2015, “vivió toda su vida con la espada de Damocles de un pantano”, que se empezó a construir en 1965. Con el viejo Riaño, desaparecieron también las villas de Anciles, Salio, Huelde, Éscaro, La Puerta, Burón, Pedrosa del Rey y Vegacerneja. Solo algunas iglesias y los típicos hórreos se salvaron de las aguas al ser trasladados a zonas cer-canas. Hoy solo queda el recuerdo desde el nuevo Riaño, poblado por los expropiados de este embalse leonés. Granadilla (Cáceres). La historia de esta localidad está íntimamente unida al pantano de Gabriel y Galán, en el curso del río Alagón. Las obras hidráulicas comenzaron en junio de 1955, y con ellas las expropiaciones de las tierras de la Vega Baja, que más tarde fueron inundadas por las aguas. La subsistencia se hizo imposible. La po-blación emigró, el pueblo quedó aislado y su nombre se diluyó en la burocracia de la administración franquista de nuevos emplazamientos Algunos de los pueblos cambiaron su ubicación cuando los antiguos emplazamientos fueron cubiertos por el agua. Fue el caso de Riaño (León).