Playlist Por iván mourin EL RELATO Escritor, guionista y criminólogo, Iván Mourin es una de las firmas de misterio más nombradas en la actualidad. Autor de novelas como Niños perdidos, Sociedad Tepes, Resurrección o Snuff (Ed. Almuzara). Seguir leyendo Guarda la corbata en el bolsillo como si fuese una bola de papel. Se deja caer en el asiento del vagón. Ha sido un día para olvidar. Es lo que quiere hacer en el trayecto de dos horas que le queda hasta casa. Un leve brillo llama su atención desde la butaca vacía contigua a la suya. Es un iPod Classic con auri-culares, en buen estado, enrollados a éste. Lo coge, dispuesto para guardárselo hasta que se acerque el revisor y pueda entre-gárselo. El disco central está ligeramente desgastado. Le da la vuelta; lo que encuentra en el aluminio rayado lo descoloca. Se levanta ligeramente para mirar por encima del respaldo. Tal vez sea cosa de algún bromista que espera reacciones ines-peradas, sin perder detalle con la cámara del teléfono móvil. “Escucha la pista uno” son las palabras escritas con tinta inde-leble bajo el símbolo de la manzana. Duda, pero la curiosidad es más fuerte. Desenrolla el cable y se ajusta los auriculares a los oídos. Desliza la pestaña que activa al dispositivo, pulsando después el botón central para activar el audio. “Querido viajero”. La voz masculina le hace abrir los pár-pados desmesuradamente, y la boca se descuelga en una mueca de estupefacción. “Quiero agradecerte que dediques tu tiempo a escuchar este audio, y espero que sirva para amenizar el viaje. Mi úni-ca intención es la de alejar, durante un rato, la desidia de la monotonía diaria mediante una playlist meticulosamente escogida para evadir la mente, disfrutando mientras te fun-des con el paisaje. Sin demorarlo más, te deseo un trayecto agradable. Hasta pronto”. Y las primeras notas del Chaconne de Vitali irrumpen, inundando cada espacio, a la vez que el tren inicia el paso. “Despierta, querido viajero”. La misma voz de antes ha reaparecido. Suena más cerca-na, como instalada en un espacio prioritario de su cerebro. Le acompaña una oscuridad profunda, atenazante y paraliza-dora. “Despierta, querido viajero. Es la hora”. Los párpados se abren sin dudar, golpeando la luz del vagón con violencia a unos ojos que parecen llevar en tinie-blas décadas. Aún así, el cuerpo no responde. El pulso palpi-ta con brutalidad desaforada en el cuello rígido, con un ritmo que se vuelve doloroso. La respiración no concuerda, tran-quila y controlada, a pesar de notar los pulmones luchando por soltar el aire, junto a un grito que se traba en la garganta como una aguja. “Imagino que ahora te sentirás descolocado, superado por esta situación. Por favor, no te preocupes: no ocurrirá nada malo. Sólo necesito que prestes un servicio y dejaré que regreses a tu vida. ¿Por qué tú?”. Se le ha adelantado a su pensamiento. “No es sencillo encontrar a personas aptas para programa-ción neuronal mediante hipnosis auditiva. Han sido semanas observándote, estudiando el cansancio que posee al sub-consciente cada vez que entras en el mismo vagón, el mismo asiento, a la misma hora, cinco días a la semana. La mono-tonía es agotadora, ¿cierto? Perfecto para nuestro propósito. ¿Listo para pasar a la historia, querido viajero? Pues vamos allá”.