LABORATORIO NATURAL Islas Galápagos Sensaciones Ni sus tortugas gigantes y sus enjambres de iguanas, ni sus pingüinos, leones marinos, aves como los piqueros de patas azules y demás especies a menudo endémicas… La fauna ni se inmuta ante la presencia limitadade visitantes en este santuariode biodiversidad protegido como Parque Natural, Patrimonio dela Humanidad y Reserva dela Biosfera. Texto: Elena del Amo / Fotos: iStock Seguir leyendo Seguir leyendo Más información Oficina Parque Natural de Galápagos Las cinco semanas que permaneció Darwin en Galápagos le bastaron para ir pergeñando la teoría de la selección natural que tantos disgustos le causaría a su vuelta a Europa. Una organización cartesiana. Los barcos au-torizados a operar por las Galápagos siguen itinerarios diseñados al milímetro para no sobrecargar de visitantes ninguna esquina del Par-que Nacional, que ocupa nada menos que el 97% de la superficie del archipiélago. Incluso las excur-siones por tierra se limitan mediante cupos, y, con pocas excepciones, deben emprenderse junto a un guía que garantice que nadie se aparta de los senderos, permanece más tiempo del permitido o se acerca más de la cuenta a sus animales. Puede sonar demasiado rígido, pero el objetivo de tanto control no es otro que preservar este santuario en mitad del Pacífico como uno de los raros rincones del planeta donde seguir viendo el mundo casi tal cual era antes del hombre. A mil kilómetros de las costas de Ecuador, la biodiversidad de este universo paralelo parecía haberse adaptado al medio de una forma desco-nocida en el continente. Hasta había diferencias entre moradores de sus islas como los pinzones, cuyos picos eran más alargados en unas especies y más chatos en otras. Lo constató por primera vez un entonces jovencísimo e inexperto natura-lista inglés llamado Charles Darwin, cuyo viaje en 1835 a bordo del Beagle resultó providencial para la biología moderna. Las cinco semanas que per-maneció en Galápagos le bastaron para ir perge-ñando la teoría de la selección natural que tantos disgustos le causaría a su vuelta a Europa. En la sociedad de aquellos días cayó como una bom-ba la mera idea de que, quizá, las especies no las hubiera diseñado como las conocemos una mano creadora, sino que su conducta y su aspecto fue-ran fruto de su evolución a lo largo de millones de años. Especies endémicas Gran parte de la fauna que Darwin estudió sigue prosperando en este archipiélago antaño ape-nas frecuentado por piratas y balleneros. Aquí, tan a desmano de cualquier lugar, convive una barbaridad de iguanas marinas y terrestres, desde cormoranes hasta pingüinos exclusivos de las Galápagos, tortugas gigantes capaces de vivir centenares de años o, entre otras especies a menudo endémicas, los famosos pinzones de Darwin, cuyos picos, efectivamente, fueron mo-dificándose en función del tipo de alimento que ofrecía cada lugar. De sus trece islas grandes, nueve menores y centenar de islotes, solo cua-tro están habitadas –por humanos, se entiende–. Sumándole a ello la ausencia de predadores, y que apenas dejan visitar el 3% del territorio para minimizar cualquier impacto, se comprende me-jor que sus animales no le tengan miedo a nada. De una arisca belleza volcánica y cubiertas a me-nudo de brumas, las geografías de cataclismo de las Galápagos tienen poco que ver con el mar tur-quesa y la vegetación de postal que se le presupo-ne al trópico. Tampoco habrá que esperar grandes hoteles de lujo ni spas para sibaritas, y, aún así, se trata de uno de los escenarios más exclusivos del globo. Los menos pudientes habrán de conformar-se con el privilegio, en absoluto menor, de insta-larse en islas como Santa Cruz o Isabela y salir a explorarlas en expediciones, casi siempre guiadas, a precios nada desdeñables. Para quien puede per-mitírselo queda la opción de los cruceros –por ley nunca de más de un centenar de pasajeros– con los que ir recalando por los mejores rincones de este Parque Nacional, Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera que, año sí y año también, figura en los ránkings de destinos más sostenibles de la Tierra.