Vitalidad AMISTADES QUE DAN VIDA AMISTADES La sabiduría popular ya nos dice que quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Lo que quizás ignorábamos es hasta qué punto disfrutar de las relaciones sociales nos hace más felices y también más longevos. Texto: Jesús Estalayo / Fotos: iStock Seguir leyendo Seguir leyendo “El hombre es un ser social por natu-raleza”, decía Aristóteles. “Necesi-tamos de los otros para sobrevivir, nacemos con la característica social y la va-mos desarrollando a lo largo de nuestra vida”, sentenciaba. Utilizar su razonamiento como premisa nos facilita el camino para llegar a conclusiones que numerosos estudios recien-tes parecen corroborar y que destacan la im-portancia de las relaciones sociales en nuestra labor de búsqueda del santo grial de las aspi-raciones humanas: la felicidad. La poderosa influencia que tienen sobre la salud nuestras relaciones y lo felices que so-mos en ellas se ve reflejada en el “Estudio del Desarrollo Adulto”, realizado por expertos de la Universidad de Harvard, que se inició en 1938 y que se sigue llevando a cabo en la actualidad. Según el actual director de la investigación, el psiquiatra Robert Waldinger, “prestar atención a tu cuerpo es importante, pero atender a tus relaciones con otras personas también es una forma de cuidarte. Esa, creo, es la revelación”. Un estudio de este tipo permite vislumbrar los efectos a largo plazo y deducir, por ejemplo, que “la gente que a sus 50 años está más satisfecha con sus relaciones será la más saludable cuan-do llegue a los 80”. Otra de las conclusiones, en este caso de un estudio de la Universidad de Oxford, indica según su responsable, Katerina Johnson, que las personas con más amigos tienen mayor tolerancia al dolor porque gene-ran más endorfinas, un neurotransmisor que actúa como analgésico natural para el cuerpo. Además, un análisis publicado en 2010 basa-do en 148 estudios con datos de casi 309.000 personas, anticipó que “la influencia de las re-laciones sociales en el riesgo de mortalidad es comparable con el de factores de riesgo bien conocidos, como el tabaco y la falta de activi-dad física”. Algo que se vio refrendado por otro estudio posterior (de 2015) y mucho más am-plio (3,4 millones de personas). Las relaciones sociales, un bálsamo para los mayores Pero si hay un grupo humano especialmente capacitado para apreciar lo que valen los ami-gos y valorar en su justa medida la importancia de la salud, es el de las personas mayores. En este caso la experiencia sí que es un grado, y demuestra que las relaciones de amistad en la vejez optimizan el estado de salud físico, men-tal y emocional, y promueven el bienestar inte-gral de las personas mayores. A medida que envejecemos los vínculos de amistad, las redes de apoyo familiar y/o social que hemos ido creando a lo largo de nuestra vida, pueden disminuir por diversas causas, lo que va en detrimento de nuestra salud física, mental y/o emocional. Se trata de pérdidas que producen sentimientos de tristeza, ansiedad y soledad, que se traducen en vulnerabilidad y aislamiento social, y que afectan directamente al estado de salud de la persona mayor. Diversos estudios señalan la importancia de los vínculos de amistad y relaciones sociales en la vejez porque van acompañados por un apoyo emocional que incide en la mejora del bienestar subjetivo del individuo, al promover en él actitudes y emociones positivas que le ayudan a crear herramientas con las que en-frentarse a las dificultades de la vida. Sociali-zar reduce el riesgo de deterioro cognitivo o de alguna demencia al estimular dominios como el lenguaje, la memoria, la atención y la con-centración. Como promueve la actividad física, también favorece el fortalecimiento del sistema inmunológico reduciendo el riesgo de padecer o agravar enfermedades crónico-degenerati-vas. Se trata de beneficios que, en su conjunto, fomentan la independencia y la autonomía de las personas mayores. En un momento en que la estructura familiar está cambiando cabe valorar el desarrollo de nuevas formas de relación donde el cuidado mutuo con base en la amistad sea una de las claves para lograr un envejecimiento activo y saludable. Las relaciones de amistad propor-cionan a la persona mayor diferentes tipos de apoyo que le ayudan a satisfacer necesidades de salud, personales, psíquicas, afectivas, ma-teriales y sociales. Por ello conviene aceptar una serie de sugerencias para fortalecer esos vínculos, que van desde realizar actividades sociales, ya sean culturales, educativas o de-portivas; participar en la comunidad; llevar a cabo actividades laborales; realizar actividades educativas y de formación; y utilizar las nuevas tecnologías para comunicarse. Nos va en ello la salud física y mental.