+merece un viaje +merece un viaje 03 04 Casa Hernanz “Los negocios familiares y artesanos son indispensables en Madrid” Espartería Juan Sánchez“Tengo tienda ‘online’, pero esto es un oficio duro” 03 Casa Hernanz“Los negocios familiares y artesanos son indispensables en Madrid” “No cerréis nunca por favor”, es la frase que más se oye decir a los clientes tras el mostrador de Casa Hernanz (Toledo, 18). Esta tienda de alpargatas creada en 1845 es un esencial de la cultura madrileña, casi como el cocido, los caramelos de violeta o las parpusas de chulapos. “Los negocios pequeños, familiares y artesanos como el nuestro son indispensables en una ciudad como Madrid. Contribuyen a que no pierda su esencia y no acabe siendo igual que cualquier otra ciudad del mundo. Hay que intentar preservar lo autentico y tradicional de una ciudad con tanta historia”. Marta Hernanz (Madrid, 1988) es la cuarta generación al frente de esta casa, junto a su hermano Jesús. Ellos cogieron el testigo de esta tienda de alpargatas y aperos para los campesinos de los arrabales, cerca de la Plaza Mayor, que inició Toribio Hernanz en el siglo XIX. “Hoy el cliente es turista, pero también familias de Madrid que llevan años comprándonos”. Ahora tienen tienda online, pero el olor a yute y esparto es el mismo. 04 Espartería Juan Sánchez“Tengo tienda ‘online’, pero esto es un oficio duro” Solo la Guerra Civil paró el negocio de la familia durante unos años; y es que la Espartería Juan Sánchez estaba destinada a ser centenaria. De Cuchilleros a la Cava Baja y de ahí al número 3 de la calle Mediodía Grande, siempre en el barrio de La Latina de la capital, hoy con la tercera generación al frente de la última tienda y taller dedicado al esparto en Madrid. “Mi hijo no creo que me siga”, confiesa Juan Sánchez (Madrid, 1968), que lucha porque adecuar su empresa a los nuevos tiempos: “Tengo tienda online y he informatizado todo lo que puedo, pero es un oficio duro”. Vende desde objetos de esparto a cestas, cuerdas, bastones o botas de vino… “Nuestros clientes son de toda clase y condición, desde el señor de 80 años que viene a por un bastón, hasta el que busca una vara tradicional, el dueño de una casa rural buscando objetos típicos del campo, gente de atrezzo para películas o la vecina del barrio desesperada en los meses más cálidos por conseguir una cubierta de brezo o cañizo”. Objetos cotidianos para toda la vida.