En 1301, el rey Jaume II estableció la obligación de que todos los colonos tuvieran un caballo preparado para la lucha en el caso de que Menorca fuera atacada. Un punto de partida histórico para entender por qué este animal, de raza autóctona, ha llega-do hasta hoy siendo parte de la cultura y el patrimonio de la isla. Con 3877 ejemplares contabilizados en 2023 y aún en peligro de extinción, su censo real es bastante reducido y “se concentra mayoritariamente en la isla de Menorca, aunque existen núcleos poblacionales en Francia, Italia y Alemania”, explica Cristóbal Marqués Benejam, presidente de la Asociación de Criadores y Propietarios de Caballos de Raza Menorquina. El caballo de pura raza menorquina es esbelto, con ojos redondeados, mirada viva y de capa negra. Es musculado, con menorca © Nathan Bilow/Getty Images Jinetes en Cala Escorxada, en el municipio de San Cristóbal. // Horsemen in Cala Escorxada, in the municipality of San Cristóbal.