Cuando Walter Benjamin atravesó las puertas del hotel Portmany, en Sant Antoni (Ibiza), aquella noche de julio de 1933, olvidó por unas horas la depresión, los problemas económicos y la tristeza del divorcio que le habían llevado a la isla meses atrás. Con la música que interpretaba la Orquestina Ibiza Jazz, se paseó por la glamurosa fiesta para charlar con quienes habían sido invitados a la inauguración del primer gran alojamien-to de ese pueblo pesquero. También pudo felicitar al dueño del hotel, Josep Roselló Cardona, a quién el filósofo y escritor ber-linés incluiría en su relato Una tarde de viaje. Era Roselló un emprendedor visionario, hijo de una familia de payeses ricos, que llevó al pequeño municipio eso que muchos venían en lla- El pescador Pep Roselló, arreglando sus artes con el hotel Portmany al fondo, durante su ampliación en 1952. // Fisherman Pep Roselló arranging his nets with the Hotel Portmany in the background during extension work in 1952.