les cercanos y se adapta al clima, la geografía o la economía. En Málaga el resultado es un ramillete de pueblos blancos cuyas casas se levantan sobre grandes muros —de hasta un metro de ancho— que aíslan del temido calor veraniego. La radiación solar también rebota en sus emparrados y las fachadas pintadas de blanco con cal, que impermeabiliza paredes. Sus ventanas son estrechas, los forjados de cañas y barro y las cubiertas de tejas árabes. “Son auténticos tesoros”, destaca el arquitecto Pablo Far-fán, de 48 años, que lleva dos décadas estudiando estos aspectos. 500 años de antigüedad Farfán investiga numerosas comarcas en España y Portugal, pero es un apasionado de La Axarquía, al este de Málaga, cono-cida como la Toscana andaluza por sus vinos y paisajes. Esconde pistas que explican la singularidad de estas localidades, algunas de 200 habitantes. “Son maravillas para visitar, pero también nos enseñan mucho”, relata. Muchas de estas casas tienen más de 500 años. Lo demuestran casualidades como la que en 2003 per- © Marina Vega MÁLAGA Sandra Cabello y Helga Joseps. // Sandra Cabello and Helga Joseps.