Neuroarquitectura / cultura gativamente a las personas, pero también se ha consta-tado que uno bueno, con estrategias adecuadas, puede colaborar en su salud. El término arquitectura curativa procede de Healing Environment, un concepto anglosajón mucho más amplio que hace referencia “al cuidado de la persona para ayudarla a estar mejor en todos sus ám-bitos. Inicialmente pensamos que solo ayudaría a crear un buen entorno para fomentar el bienestar emocional y mejorar la calidad asistencial del paciente, pero se ha podido demostrar que tiene también efecto sobre la salud biológica, por ejemplo, sobre su nivel de estrés (cortisol)”, reflexiona Gómez-Vela. Para conseguir estos entornos en los centros hos-pitalarios, el diseño arquitectónico juega un papel fun-damental. “Una buena iluminación natural, ventilación adecuada y la minimización de ruidos contribuyen a re-ducir el estrés, mejorar el ánimo y fomentar la recupe-ración del cuerpo. Espacios pensados para favorecer la salud de sus habitantes también pueden reducir el riesgo de infecciones y facilitar el movimiento y la acce-sibilidad”, manifiesta Lourdes Treviño. Este diseño que piensa en las personas, más allá del cumplimiento de normas y protocolos, sirve para humanizar un hospital. Porque “con la arquitectura saludable y la neuroarqui-tectura proponemos convertir los espacios construidos en terceros cuidadores, poniendo en el centro la salud y el bienestar físico, mental y social de las personas”, asegura Rita Gasalla. Materiales para sanar. En un artículo publicado en el número 1 de la revista Arquitectura Curativa (junio de 2021), Anabel Chamorro Giráldez hace una relación de los materiales más adecuados para estos propósitos: “Para los suelos de una instalación hospitalaria es ade-cuado un material continuo y antideslizante. Un ejem-plo puede ser el vinilo, que ofrece una gran resistencia al desgaste y a la fricción, es fácil de limpiar y, además, puede tener una gran variedad de acabados diferentes (…). Para los falsos techos se requiere que sean regis-trables y estancos (…). Los materiales ideales suelen ser escayolas. En el caso de las paredes, la elección del ta-blero fenólico como revestimiento es idóneo para las habitaciones gracias a su resistencia a golpes y rozaduras (…). Por ejemplo, un acabado cálido en los cabeceros de las unidades de hospitalización puede crear un ambiente más doméstico”. “Los colores de la naturaleza, suaves y terrosos, nunca estresan y siempre combinan. Materiales natu-rales y texturas que inviten al tacto pueden hacer que un espacio médico sea más agradable. La temperatura debe ser controlada para el confort, preferiblemente entre 20 y 22 grados. La inclusión de elementos orgá-nicos como plantas, frutas y flores, junto con el sol y la entrada de la luz natural, son cruciales en la creación de un entorno relajante donde la ventilación cruzada y la ventilación mecánica constante con intercambiadores de calor, como se hace en las casas pasivas, es una de las opciones más top”, enumera Lourdes Treviño. Otros indicadores importantes son el confort acús-tico y la ventilación. “El ruido nos enferma. Por eso, los entornos silenciosos son indispensables en los centros hospitalarios. Tanto las instalaciones como el equipa-miento sanitario deben ser silenciosos y las habitaciones individuales”, expone Rita Gasalla. En cuanto a la venti-lación, ella apuesta por la “posibilidad de establecer una ventilación natural y, además, contar con un sistema de ventilación mecánica que asegure la renovación y filtrado del aire que respiramos”. Estrategias aplicadas. Uno de los proyectos de los que más orgullosa se siente Paula Gómez-Vela es el llevado a cabo en la Unidad del Dolor del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, que atiende a 6.000 niños anual-mente. “Con un presupuesto de tan solo 8.500 euros, en dos fines de semana y sin parar la actividad transfor-mamos esta unidad. Pudimos medir con SGS –la audito-ría externa del hospital– qué había pasado en cuanto a calidad asistencial y dolor de los pacientes un trimestre antes y después, concluyendo que había mejorado la opinión sobre el trato recibido, el tiempo de espera y, lo más emocionante, había mejorado el tiempo hasta recibir alivio en el dolor agudo en más de un 20%”. Aunque, en general, diversos estudios realizados en hospitales de todo el mundo han concluido señalando que los acabados en madera y los colores luminosos son los más adecuados para estos entornos, Gómez-Vela cree que “no se puede generalizar. No necesitan lo mismo un paciente con fibromialgia que uno de cardio-logía o uno con problemas de trastorno de alimentación. A nivel cromático, hay que estudiar el tipo de paciente de cada caso y ayudar, desde la arquitectura, a equilibrar su situación. El entorno tiene que hablar de salud y no solo de lucha contra la enfermedad, transmitir positi-vidad y emplear estrategias de biofilia-naturaleza. Una iluminación centrada en la persona, el uso de colores luminosos combinados con una base blanca y madera (evitando el negro) y el cuidado del ruido, es acertar”. El papel de los profesionales. Nadie pone en duda que construir un buen hospital significa plantear un edifi-cio bello y de calidad. Por eso, cada vez “existe una mayor sensibilidad en la profesión arquitectónica y el interiorismo hacia la creación de espacios terapéuticos que sean más acogedores y menos intimidantes. Esto se refleja en el diseño que promueve la calma, utiliza colores suaves, maximiza la luz natural y contempla el arte y la naturaleza como elementos terapéuticos”, ob-serva Lourdes Treviño. Sin embargo, Paula Gómez-Vela, piensa que a los profesionales de la arquitectura “nos falta formación científica desde la universidad que nos ayude a defender y proponer a nuestros clientes que estas estrategias de diseño que van más allá de la nor-mativa (naturaleza, luz, color, etc.) no es una cuestión romántica, sino que se trata de una evidencia científica y no aprovecharla es perder un recurso más en favor de la salud de las personas que, pensadas desde el inicio, no suponen un sobrecoste”. Para Rita Gasalla, los profesionales de la arquitectura tienen que trabajar para conseguir “humanizar los es-pacios hospitalarios antiguos. Todavía nos encontramos con consultas que, en vez de tranquilizar a los pacien-tes, les generan ansiedad y donde los profesionales de la medicina pasan horas sin ver la luz del sol, sin ilumi-nación adecuada y sin una planta a la vista, lo que, a la larga, les provoca problemas de salud (trastornos de sueño, depresión, cansancio, dolores de cabeza, pérdida de agudeza visual…). Nuestro mayor reto es conseguir que el resto de la sociedad y, especialmente, institucio-nes y empresas comprendan que la arquitectura salu-dable es una cuestión de salud pública”. • Se ha demostrado que un mal diseño puede afectar negativamente a las personas, pero también se ha constatado que uno bueno puede colaborar en su salud