CIENCIA Si en esta sinopsis de ciencia ficción cambiamos Agua por Tierra, descri-bimos nuestro planeta. Los terrícolas conocemos mucho mejor la superficie marciana que los fondos marinos de nuestra casa, aunque esa colosal masa hídrica sea clave para regular el clima y absorber casi un tercio del CO2 generado por la actividad humana. Remediar esta gran paradoja es el objetivo de Naciones Unidas al declarar el periodo 2021-2030 como la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible. Se propone movilizar a la comunidad científica, al estamento político, al sector privado y a la sociedad civil en torno a un programa común de inves-tigación e innovación tecnológica. Trata de romper con esa lógica perversa de “lo que no se conoce no se valora y lo que no se valora no merece recursos”. voluntad y presupuesto Para explorar la nueva frontera oceánica hacen falta barcos especializados, robots submarinos, vehículos sumergibles, imá-genes por satélite... Dinero. Sin embargo, los diferentes países solo dedican entre el 0,04% y el 4% del total inver-tido en I+D. En promedio, menos del 2% de sus presupuestos de inves-tigación. “Si queremos restaurar el medio marino necesitamos una revolución de las ciencias oceánicas”, advertía António Guterres, secretario general de la ONU, en la presentación del Decenio. Tocaba a rebato ante “ame-nazas sin precedentes”. Todos los arrecifes de coral tropicales del mundo podrían estar muertos a finales de siglo y haber más plástico que peces en 2050. La ciencia aún no ha conseguido evaluar los efectos acumulativos de la actividad humana sobre esos ecosistemas en términos de conta-minación, calentamiento o acidificación. Pero, según la UNESCO, “la restaurar el medio marino necesita una revolución de las ciencias oceánicas