el sueño de una gran red ferroviaria nacional para construir venezuela. por JP Zurdo Decía un viejo periodista que el mayor espectáculo posible es la construcción de una nación. También debe de serlo entonces la construcción de sus grandes obras públicas, inversiones de tal escala que reflejan la decisión de convertirse en una cosa y no en otra. La historia de un país puede entenderse desde su polí-tica y sus batallas, pero también desde la batalla política por las infraestructuras. Los ferrocarriles venezolanos nacen en los años seten-ta del siglo XIX y van tejiendo hilos de red en torno a Caracas y los puertos. A mediados del XX se proyecta por primera vez un plan estatal del que la obra de la foto —1954— es su primer tramo: 173 km entre Barquisimeto, capital del noroccidente, y Puerto Cabello, el mayor de Venezuela. Cumple su objetivo de vertebrar un territorio que se sigue descubriendo a sí mismo y enlaza con el resto del mundo las industrias agropecuarias, papeleras y petroquímicas del interior. “Barquisimeto, puerto de mar”, dice su lema. Por eso la ingeniería ejecutada en parte por Cubiertas y Tejados —que junto con MZOV y Entrecanales y Távora constituirá ACCIONA— diseña vías para cargas pesadas. Esa visión de un mapa unido por trenes necesita la continuidad que no siempre concede la historia. Se aparca, se retoma, frena, remonta... Pero no prescribe. Aún sobrevive el ideal de multi-plicar por 20 sus casi 700 km operativos. El tren es paciente. Y electrificado, es sostenible. Puede que a la larga tenga menos siglos de pasado que de futuro.