Teatro Albéniz / edificios con historia para su construcción, con lo que, en 1983, se decidió que las esculturas se apearan y se instalaran en el vestíbulo y los rellanos, donde permanecieron hasta el cierre del teatro, en diciembre de 2008. Un interior a la europea. Maximino Moro invirtió 14 millones de pesetas en este teatro, dinero que sirvió para procurar los elementos decorativos y escénicos más lujo-sos y avanzados de la época. Entre otros artesanos, el ce-rrajero Domingo Fernández se encargó de los herrajes de balconajes y antepechos de fachada y de las barandillas de escaleras y vestíbulos; Francisco Sanz realizó las es-culturas de las cornisas, frisos, sobrepuertas, alegorías y techo de los vestíbulos; Javier Clavo firmó las pinturas de las alegorías del techo de la sala, mientras que su colega Luis Catalán fue el responsable de la pintura con aplica-ciones de oro fino patinado en los motivos ornamentales. En su momento, los críticos teatrales estuvieron de acuerdo en la magnificencia del nuevo local, a la altura de los más modernos de Europa. El sistema diseñado por Durán de Cottes y López Izquierdo para sostener el anfi-teatro resultó de una gran complejidad y audacia, a base de un entramado de vigas apoyado en columnas en lugar de en los muros de cierre. Para garantizar la calidad de los materiales y la futura seguridad de los espectadores, los encargados del laboratorio central de ensayos de mate-riales de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos realizaron análisis durante la construcción. En la Revista de la Unión de Actores, Antonio Castro describía el interior del Albéniz de la siguiente manera: “La sala es enorme, aunque ninguna columna perturba la visibilidad de los espectadores. En el auditorio llama la atención el conjunto de ricas arañas, así como los frescos pintados por Javier Clavo, que decoran el techo sobre las últimas filas del patio de butacas”. Un viaje de ida y vuelta. Una década después de su in-auguración, el Albéniz se reformó para transformarse en sala cinematográfica, gracias a la incorporación de la tecnología del cinemascope, además del tapizado de su interior para mejorar la insonorización. En 1985, y gracias al Festival de Otoño –organizado por la Comunidad de Madrid–, volvieron las representaciones teatrales y de danza. A finales del siglo XX, el edificio consiguió el nivel de protección 1 en el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, lo que no gustó a los propietarios, quienes en 2003 pidieron rebajar esta protección para venderlo. En 2006, una inmobiliaria compró el edificio y anunció que iba a derribarlo para construir pisos de lujo, algo que no fue bien visto por muchos, dando lugar a la creación del movimiento Salvar el teatro Albéniz. Tras años de litigios, el 17 de mayo de 2016, se publicó el Decreto 48/2016 por el que la Comunidad de Madrid declaraba Bien de Interés Patrimonial al teatro Albéniz. En ese documento se recoge la descripción del inmueble en ese momento: “Verticalmente, el edificio se desarrolla en diez plantas, tres de ellas bajo rasante y siete sobre rasante. Por usos, la zona relacionada con la actividad de teatro y espectáculos ocupa las seis plantas inferiores, mientras que las cuatro superiores se han dedicado hasta ahora a viviendas y oficinas. Desde el punto de vista tipo-lógico y estructural, el inmueble presenta cuatro cuerpos o volúmenes ensamblados: El cuerpo de fachada a la calle de la Paz, de triple crujía, engloba los vestíbulos y alberga tres cajas de escaleras, a través de las cuales se accede a las diez plantas del complejo. La estructura resistente de este cuerpo es convencional, con pilares, vigas y forjados de acero laminado. (…) El vestíbulo principal tiene doble altura, con un espacio o vacío central que coincide con la segunda crujía. En uno de sus frentes se disponen las puertas de acceso a la sala, y en los dos extremos las cajas de escaleras. Sobre ese vestíbulo se sitúa en planta se-gunda otro vestíbulo de similares dimensiones en planta para el acceso a la zona superior del anfiteatro, sin cone-xión visual directa con el inferior. (...) El cuerpo central o núcleo del edificio está ocupado por la sala teatral o de es-pectáculos propiamente dicha, con capacidad para 1.040 espectadores. Tiene forma rectangular con el fondo lige-ramente curvado y en sección se compone de un patio de butacas y un amplio anfiteatro. El techo tiene perfil quebrado para conseguir una acústica favorable. (…) La estructura resistente de la sala es de hormigón armado en sus elementos principales. El anfiteatro está soportado por dos grandes jácenas paralelas sobre las que apoya un haz de vigas radiales que siguen las generatrices del cono oscilador de las gradas. La sala se cubre con cerchas metálicas de elaborado diseño. (…) El cuerpo del escena-rio prologa el volumen de la sala, pero superándola no-tablemente en altura, y aloja la tramoya del teatro. Por la gran embocadura del escenario, el espacio de tramoya y la existencia de un foso hidráulico replegable para alojar orquestas, está preparado para acoger grandes espectá-culos de teatro, música y danza. (…)”. La recuperación. Mazabi Gestión de Patrimonios, la propietaria actual del inmueble, ha sido la promotora del proyecto de rehabilitación que ha hecho posible que el Albéniz vuelva a abrir sus puertas. Con una inversión de más de 21 millones de euros, la rehabilitación de este edificio, a cargo del arquitecto Antonio Ruiz Barbarín, ha implicado el mantenimiento de la forma y elementos ori-ginales que conforman el hall de acceso, la platea y esce-nario, además de los elementos decorativos propios de la época como lámparas, pinturas o esculturas. Asimismo, la fachada del hotel a la calle de Carretas está protegida de forma especial, habiéndose recuperado ciertos elementos que se habían ocultado con el paso del tiempo. Este nuevo espacio cultural también cuenta con un hotel de cinco estrellas, el UMusic, que se configura como un hub creativo en la capital. El establecimiento tiene 130 habitaciones y ha sido objeto de una reforma integral para convertirlo en un cinco estrellas de diseño exclusivo. Cuenta con dos elegantes vestíbulos, salas de reuniones, bar restaurante, piscina exterior y bar en la azotea con vistas al skyline de Madrid, además de un acceso directo al teatro. • Al día siguiente de la inauguración del Teatro Albéniz, la prensa alabó el interior del edificio, no así la fachada