las abuelas de las depuradoras modernas y una gestión hídrica redonda. por JP Zurdo La forma circular de los cimientos de la foto es funcional: está diseñada para sustentar un gran depósito de agua en proceso depurativo. Pero ese círculo es además simbólico, anticipa la forma de la gestión hídri-ca tal y como se concibe hoy, cuando urge el tratamiento perfecto del agua nuestra de cada día. Es circular porque la depuración de aguas residuales combina sanea-miento, limpieza y reutilización para un suministro de calidad tanto humano como agrícola. Ese futuro de circuito cerrado ya asomaba en las primeras depuradoras españolas, a finales de los años veinte, y poco a poco va germinando en las leyes y en la conciencia cuando se incluye en ese círculo virtuoso la protección de algunos ríos saturados de residuos urbanos e industriales. El papel vital de la naturaleza, nada menos, ya entrevisto por algunos pioneros durante la década de los cincuenta. La imagen, de 1964, retrata una de esas infraestructuras precursoras de la depuración moderna, diseñada por Entrecanales y Távora, hermana de al menos otras cuatro depuradoras contemporáneas. Su misión era verter agua potable en Zaragoza con un volumen inédito: 4.000 litros por segundo de capacidad de tratamiento gracias a ocho decantadores de aceleración con 100 metros cuadrados de filtros rápidos. Al año siguiente, la sedienta capital aragonesa estrenaba otro río Ebro.