atractivas como estas. Y su mezcla, por ejemplo en Singapur más del 70% de la población es de etnia china. Aprendes a convivir, a superar visiones monoculturales, entiendes aquello que dijo Obama de que debajo de la piel somos todos iguales. Lo comprobé por ejemplo en un máster que cursé en Hong Kong, solo éramos dos occidentales entre 60 alumnos y me sorprendió cuánto teníamos más en común que de dife-rente, el sentido del humor, la filosofía de la vida… Cuando llegamos teníamos la preocupación de cómo se integraría nuestro hijo con solo cuatro años, pero no tuvo ningún problema. A veces se le escapa hablar de “los españoles” en tercera persona y yo le digo, pero hombre, ¡que tú también eres español! ¿Esa conexión con las idiosincrasias locales se extiende a la empresa? Hemos entendido que para lograrla no solo hay que garantizar las solu-ciones de ingeniería compleja que necesitan, también hay que aportar una cultura propia que aquí se valora especialmente. ACCIONA la tie-