vs. Enemigos entrañables En 1909 el poeta italiano Filippo Tomaso Marinetti publicó el Manifiesto del Futurismo en el que profetizaba que la nueva belleza sería la velocidad, y argumentaba que un “automóvil que ruge es más bello que la victoria de Samotracia”. Alemania e Italia hicieron suyo ese manifiesto entrando en una dura pugna por fabricar los coches más rápidos del mundo. En el caso germano el enfrentamiento se centró entre la Auto Union (predecesora de la actual Audi) y la Mercedes-Benz. Un duelo detrás del cual había componentes políticos, de prestigio y de rivalidad deportiva. Una rivalidad que se hizo especialmente agresiva en los años 30, cuando la industria automovilística alemana (sobre todo a partir de 1933 con el advenimiento del nuevo gobierno nacionalsocialista que quiso hacer de los automóviles alemanes un elemento de propaganda de la superioridad tecnológica del III Reich) vivía la velocidad de sus coches como una cuestión de Estado. La poderosa Mercedes-Benz y la Auto Union -formada por DKW, Audi, Hoch y Wanderer-, creada en 1932 para plantar cara a los de Stuttgart y que contaba con Ferdinand Porsche entre sus ingenieros, eran los dos únicos contrincantes en este combate. Auto Union ponía en pista el Rennwagen y Mercedes-Benz el W25, los dos bólidos más potentes y modernos del mundo. Y no solo poseían las mejores máquinas sino también los dos mejores pilotos del momento: Rudolf Caracciola, que corría con Mercedes, y Bernd Rosemeyer, que lo hacía con Auto Union. La gloria y la tragedia El 12 de octubre de 1937, en un tramo de la autopista entre Frankfurt y Darmstadt, Rosemeyer se convirtió en el primer piloto en superar la barrera de los 400 km/h en el kilómetro lanzado con una marca de 406,32 km/h. Mercedes-Benz vivió ese récord como una afrenta directa y diseñó un coche, el Mercedes-Benz W125 Rekordwagen, especialmente para batirlo con Caracciola al volante. El 28 de enero de 1938 ambas escuderías y sus respectivos pilotos se citaron en el mismo tramo. El de Mercedes fue el primero en intentarlo pulverizando el récord de su rival con unos estratosféricos 432,69 km/h. Pero al bajar del coche Caracciola estaba más lívido que contento; había visto la muerte de cerca. El asfalto estaba húmedo, soplaba mucho viento y los pilones de los siete puentes que atravesaban el tramo pasaban demasiado cerca. Caballeroso, el de Mercedes recomendó a Rosemeyer dejar su intento para otra ocasión, pero este, conocido por su carácter temerario, se negó. Saltó al coche, subió las revoluciones del motor al máximo y salió disparado hasta los 430 km/h. Al llegar al punto kilométrico número 9, a las 11:47 h, una fuerte racha de viento lateral hizo volcar el Auto Union, que impactó contra tres árboles. Los fragmentos del Rennwagen quedaron esparcidos a lo largo de medio kilómetro. Nunca en la historia de la rivalidad entre marcas se había llegado tan lejos... ni se volvería a llegar. Audi y Mercedes: cuestión de velocidad Auto Union y Mercedes-Benz en la pole position en la salida del V Internationales Avusrennen el 26 de mayo de 1935. El alemán Bernd Rosemeyer obtuvo varias victorias en los Grandes Premios de mediados de la década de 1930. Rudolf Caracciola se ganó un nombre en la pista de la era de las “Flechas Plateadas”, cuando Auto Union y Mercedes-Benz dominaron el palmarés.