Ducati Son los Ferrari de 2 ruedas o, siendo más rigurosos, los Lamborghini de las motos, pues la marca pertenece en la actualidad al grupo Volkswagen. Las Ducati son la máxima expresión del motociclismo de altas prestaciones. Una marca italiana cargada de leyenda y mito cuya historia resulta tan apasionante como sus motos. Texto: Gonzalo de martorell Seguir leyendo Seguir leyendo La comparación de Ducati con Ferrari o con Lamborghini no es en absoluto gratuita. De hecho, la marca italiana representa para las dos ruedas exactamente lo mismo que las otras dos para el mundo del automóvil: hiperdeportividad llevada al límite, diseño radical y pasión por la competición. Y, todo ello, envuelto en ese carisma único que solo los italianos saben dar a un vehículo de altas prestaciones. “Società Scientifica Radio Brevetti Ducati” En los años 20, en plena Belle Epoque, la fiebre por la radio se extendió por Europa. No había casa que se lo pudiera permitir que no tuviera su receptor para estar al día. La industria no estaba muy desarrollada en Italia y Antonio Cavalieri Ducati y sus tres hijos, Adriano, Marcello y Bruno, vieron la oportunidad de negocio y fundaron la “Società Scientifica Radio Brevetti Ducati” en 1926 en Via Collegio di Spagna n.º 9 de Bolonia, dedicada a la fabricación de condensadores de radio y otros componentes radiofónicos de la época. El negocio prosperó rápidamente. Las radios tipo Marconi de los hermanos Ducati funcionaban bien, tenían un buen precio y se ganaron pronto la reputación de indestructibles. En 1935, la marca se traslada a la actual sede de Borgo Panigale. Allí, Ducati fabricaba no solo receptores civiles, sino también los militares, en una Italia en pleno rearme previo al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Durante el conflicto, los bombardeos aliados destruyen la factoría. Benvenuta Marianna! Al finalizar la guerra, los hermanos Ducati se encuentran en la misma posición que otros empresarios italianos (como Enrico Piaggio o Ferdinando Innocenti) que ante la imposibilidad de seguir con el mismo tipo de negocio anterior al estallido de la Segunda Guerra Mundial, deciden reinventarse. Piaggio lo hizo con la Vespa, Innocenti con la Lambretta y los Ducati con el Cucciolo, la puerta de entrada al mundo de la moto de la hasta entonces compañía de electrónica. Igual que las creaciones de Piaggio o Innocenti, el Cucciolo también surge de la necesidad de proporcionar un medio de transporte económico a la devastada Italia de la posguerra. El Cucciolo se presentó en 1946 y era en realidad una bicicleta impulsada por un pequeño motor auxiliar de 60 cc pero fue fundamental para consolidar a la compañía. Ducati ya no dará marcha atrás. En 1954, se produce el fichaje de uno de los hombres que cambiará la historia de la marca: Fabio Taglioni, un ingeniero revolucionario creador del no menos revolucionario sistema de distribución desmodrómica, una tecnología que se convertirá en el sello distintivo de las motos de altas prestaciones de la casa y que optimiza el rendimiento de los motores permitiendo más revoluciones y eficiencia en la combustión. La primera moto que surge de las ideas de Taglioni, lanzada en 1955, es la Grand Sport, movida por un motor monocilíndrico que fue pasando de 98 cc a 175 cc. Una máquina funcional, dura, fácil de mantener y, sobre todo, rápida (de hecho, se acabó usando también en competición) que se convirtió en una superventas absoluta y que pronto los italianos hicieron suya con el nombre de Marianna. Este primer modelo de Ducati encarna su esencia: fabricar motos que pueden ganar carreras. Llegan las carreras La primera Ducati de altas prestaciones llegó en 1969 y fue la 450 Desmo, una avanzadilla de la increíble 750 GT con la que Paul Smart ganaría para la marca la primera gran carrera mundialista. Pero el verdadero salto de la casa de Borgo Panigale hacia la fabricación de “supermotos” comenzó en 1985, cuando la marca pasó a formar parte del grupo Cagiva. Claudio Castiglioni, su propietario, ha sido lo más parecido a un Enzo Ferrari que ha tenido las dos ruedas. Loco apasionado de las carreras de motos, bajo su dirección nacerán dos de las motos más icónicas de la moderna Ducati, la 851 Superbike y la 916, diseñada esta por Massimo Tamburini y considerada una de las motos más bonitas de la historia. En el año 2003 Ducati entró oficialmente en el Campeonato Mundial de MotoGP, la máxima categoría del motociclismo de velocidad. Su primera gran victoria en esta categoría llegó en 2007 cuando el piloto australiano Casey Stoner ganó el campeonato mundial de MotoGP, dándole a Ducati una histórica corona y consolidando su lugar entre los mejores fabricantes de motocicletas superdeportivas del mundo. La “Bestia Roja” Ducati hace gala de fabricar las motos superdeportivas más veloces, radicales y carismáticas del mundo... y su última creación realmente lo confirma. La Panigale V4 es una verdadera máquina de MotoGP matriculable. Una maravilla hipertecnológica cuyo motor Desmosedici Stradale, deriva directamente del de la Ducati del piloto Pecco Bagnaia. Es un V4 a 90° con distribución desmodrómica, eje contrarrotante y distribución Twin Pulse; entrega 216 CV a 13.500 rpm y un par máximo de 12,3 Kgm a 11.250 rpm. En configuración de circuito e incorporando el escape de competición, esta potencia máxima se eleva hasta los 228 CV para solamente 187 kilos de peso. Evidentemente, para ayudar a domir a esta bestia, la moto va cargada de sistemas electrónicos como un DVO que estima el efecto suelo que actúa sobre la motocicleta y las cargas que puede soportar en diversas condiciones de conducción, control de tracción, control de deslizamiento, control anticaballito, control de salida, control de freno motor y asistente para el cambio. El modelo cuenta con su versión S, con suspensión Öhlins, llantas de aluminio forjado y una batería de litio. La marca italiana representa para las dos ruedas lo mismo que Ferrari o Lamborghini para el automóvil: hiperdeportividad, diseño radical y competición La Panigale V4 es una verdadera máquina de MotoGP matriculable, con un motor derivado de la Ducati de Pecco Bagnaia