Isabel Martínez Lebrero SEguir leyendo SEguir leyendo Intervención formativa para un cuidado sin sujeciones CERRAR CERRAR La enfermería es una profesión esencial que se centra en el cuidado integral del ser humano, reconociendo al paciente no solo como un individuo con una en-fermedad, sino como un ser humano con derechos, emociones y necesidades diversas. Esto abarca aspec-tos físicos, emocionales y sociales del cuidado. Actualmente está tomando cierta relevancia el con-cepto de atención centrada en la persona (ACP). Este se fundamenta en el respeto por la individualidad y las necesidades únicas de cada paciente. Valores coin-cidentes con los de San Juan de Dios y que a lo largo de mi carrera profesional he podido comprobar co-mo los aplican, en concreto en el Hospital Santa Clo-tilde de Santander. Este enfoque se articula a través de varios principios clave, como son el respeto por la dignidad, que im-plica valorar la autonomía de cada persona y su de-recho a tomar decisiones sobre su vida; la participa-ción activa, para involucrar al paciente en su propio cuidado y promover su rol en la planificación y toma de decisiones; el enfoque holístico, que considera a la persona en su totalidad, integrando no solo su condi-ción médica, sino también sus emociones, cultura y contexto social; la construcción de relaciones de con-fianza, con el objetivo de fomentar un vínculo sólido y respetuoso entre el profesional y el paciente, alinea-do con los valores de organizaciones; la personaliza-ción de la atención, que permite ajustar los servicios a las preferencias y valores de cada individuo, recono-ciendo su singularidad; y por último, el fomento de la autoeficacia, para apoyar a las personas en la gestión su salud y bienestar, proporcionándoles información y recursos adecuados. Escuchar la voz del paciente Esta perspectiva sobre el cuidado y la atención a la persona se aleja del paternalismo, situando al pacien-te en el centro de la toma de decisiones como un su-jeto activo y no pasivo. Por ello y en este contexto, el uso de sujeciones que limiten la libertad y dignidad del paciente no tienen cabida. No obstante, en situaciones de crisis, la línea entre cuidar y sujetar puede volverse difusa. Las medidas coercitivas son amplias y pueden incluir desde suje-ciones físicas como muñequeras o cinturones, hasta acciones más sutiles como contener a alguien contra una mesa, aplicar tratamientos sin consentimiento, dispositivos textiles… todos aquellos que limiten la li-bertad y autonomía de la persona. El uso de sujeciones puede tener graves consecuen-cias, ya que genera el síndrome del inmovilismo que impacta negativamente en la salud física (úlceras, atro-fia), psíquica (miedo, ansiedad) y social (aislamiento). Desde 1996, numerosos estudios han documentado estos efectos adversos. A pesar de los conocimientos sobre sus consecuen-cias, el uso de sujeciones persiste. Los temores sobre agresiones, caídas y la búsqueda de seguridad y pro-tección total, son motivos comunes entre los profe-sionales para usarlas. Sin embargo, es importante re-conocer que los trabajadores también enfrentan sen-timientos de frustración y miedo al recurrir a estas prácticas, e incluso pueden llegar a cuestionarse si se-rá la enfermería su profesión. La formación es clave La clave para abordar situaciones complejas sin recu-rrir a sujeciones radica en una decisión consciente y firme de evitarlas por parte de los profesionales e ins-tituciones. Esto requiere formación en temas especí-ficos como prevención de caídas, manejo de conduc-tas difíciles, desescalada y técnicas de intervención psicosocial. Los programas de formación que involucran a pa-cientes, profesionales y familias han demostrado ser efectivos para promover un cambio de paradigma en el cuidado. En este contexto, surge el proyecto “Inno-var, Cuidar y Crecer”, respaldado por la asociación sin ánimo de lucro CONFEMAC y la Universidad de Granada. Un proyecto que incluye tres estudios. El primero es un análisis de la prevalencia del uso de sujeciones fí-sicas en cuidadores informales. El segundo, una eva-luación del conocimiento y aceptación de sujeciones en familias de cuidadores de personas mayores con demencia. Y el tercero se trata de una valoración de la efectividad de un programa de intervención para reducir el uso de sujeciones. En este último, he tenido el privilegio de participar en intervenciones formativas en domicilios, trabajan-do con cuidadores, familias y pacientes para identifi-car necesidades y desarrollar planes de cuidado que no requieran contenciones. Este enfoque ha demos-trado que es posible cuidar sin sujeciones, incluso en entornos no sanitarios con familiares sin formación, dificultades técnicas y de accesibilidad. En esta línea, se llevarán a cabo los próximos pro-yectos en el Centro Asistencial San Juan de Dios en Málaga, donde he encontrado profesionales y directi-vos comprometidos con la defensa de los derechos de los pacientes y la promoción de un cuidado que res-pete su dignidad. El interés por la mejora constante de los cuidados llevó a Isabel Martínez Lebrero –enfermera con una larga experiencia en atención y gestión en ámbitos como la geriatría, la rehabilitación y los cuidos intensivos– a especializarse e investigar. Conocedora de la labor de San Juan de Dios, ha participado en el novedoso proyecto “Innovar, Cuidar y Crecer” para lograr una atención libre de sujeción en personas mayores y actualmente realiza su doctorado en la Universidad de Málaga. CERRAR CERRAR CERRAR