Foto: © Archivo Histórico Ferroviario del Museo del Ferrocarril de Madrid – Fundación de los Ferrocarriles Españoles. En la estación de tren de Príncipe Pío la vida siempre fue animada en los años cincuenta. No solo era un núcleo de comunicación con los trenes de Larga Distancia, también desde aquí partían muchos de los convoys de Cercanías que unían la capital con otros pueblos y provincias en unos minutos. Acaba de estrenarse en España la película Los caballeros las prefieren rubias, con Marylin Monroe invocando una nueva femineidad que calaba entre las jovencitas que aspiraban a una vida de lentejuelas y glamour. Pero 1954 fue también el año en el que entró en vigor la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer de las Naciones Unidas, el primer instrumento de derecho internacional que reconocía sus derechos. A nuestro país aún le quedaba bastante para esa igualdad, para esa protección de la vida social, legislativa y profesional de la mujer. Aún así, pequeños gestos de independencia empezaban a vislumbrarse, algunos tan simples como el de coger un tren de Cercanías con un grupo de amigas, quizá rumbo a otra ciudad, quizá camino a un futuro laboral más prometedor en la capital.