+merece un viaje El balneario Vicente Palloti llegó a contar con esta-ción propia en el trayecto del ferrocarril Bilbao-San-tander, cuando había ocho trenes diarios, lo que da una idea de la entidad de un establecimiento que se ha adaptado a los nuevos tiempos desde su rela-ción centenaria con el agua. Vinculado en su origen a la orden de los palotinos (lleva el nombre de su fundador), se encuentra en un recodo de este gran valle vizcaíno, en un entorno discreto, que lleva al re-cogimiento. Aunque ya secularizado, el balneario de Karrant-za sigue siendo un lugar para el retiro espiritual (son habituales los encuentros de yoga), aunque no eso no deja fuera la gastronomía, con rotundos menús que recuperan la cocina tradicional del valle vizcaí-no: la terapia y la meditación son compatibles con una buena alubiada. Su historia se remonta al siglo XVIII cuando los ve-cinos comprobaron cómo gozaban las vacas de las cálidas aguas de las fuentes de Bosobrón antes que de las del río cercano. Pronto hicieron pozas que uti-lizaban para aliviarse. De aquellas bañeras naturales, este establecimiento de 56 coquetas habitaciones, el más pequeño y familiar de los que salpican la cor-nisa cantábrica. Debemos a los viajeros románticos del siglo XIX, como Lord Byron o Gerard Brenan, el redescubrimiento de este patrimonio na-tural y cultural de las aguas minero-medi-cinales ubicadas en unos establecimientos balnearios cuya tradi-ción arranca, en mu-chos casos, en la anti-güedad. Es el caso del balneario de Solares, cuya apertura se re-monta a 1828, si bien tuvo su momento de gloria durante la lla-mada Belle Époque, cuando la cercana Santander era una de las residencias veranie-gas por excelencia de la costa cantábrica. Ubicado en un ex-tenso parque de árbo-les centenarios, man-tiene su estilo clásico, aunque está totalmen-te renovado en su in-terior, con una piscina termal de 849 metros, una de las más gran-des de Europa. Solares se ha adaptado, como la mayor parte de estas instalaciones centena-rias, al siglo XXI. “Uno de nuestros atractivos es el circuito de con-trastes Balnea Termal, inpirado en las termas romanas de Caracalla, solo accesible para gru-pos reducidos”, explica Carlos Irigoyen, direc-tor del Hotel-Balneario, que destaca las clases gratuitas de yoga o el masaje oriental a cargo de personal formado en Tailandia. 1 / 2 NO HAY QUE PERDERSE: Solares acoge el palacio del marqués de Valdecilla, cuyos jardines son el complemento preciso para las aguas termanes de Fuencaliente. 02 SOLARES De la Belle Époque al siglo XXI En pleno casco urbano de Liérganes, su bal-neario complementa el atractivo de la histo-ria de sus edificaciones centenarias con las co-modidades contempo-ráneas, además de un muy interesante acce-so por ferrocarril a San-tander, que lo convierte en un destino frecuen-te para las gentes de la capital: “Son mu-chos los que llegan en tren al balneario para pasar el día, comer o merendar el famoso chocolate con churros que servimos en la ga-lería frente al parque”, apunta Miguel Mirones, director del estableci-miento. En perfecta simbio-sis con un pueblo de la Cantabria rural que ha crecido con el bal-neario, sus aguas ter-males, procedentes del manantial de la Fuente Santa, son sul-furadas de una fuerte mineralización y pro-porcionan altos niveles de relajación, una de-manda muy de estos tiempos. “Siempre han tenido fama por sus tratamientos respira-torios, tanto para adul-tos como para niños: se tratan rinitis, faringitis, laringitis, bronquitis y asma”, añade Mirones. 2 / 2 NO HAY QUE PERDERSE: A la orilla del río Miera se encuentra la famosa escultura del hombre pez, un ser legendario de la mitología cántabra con origen en Liérganes. 03 LIÉRGANES El balneario del hombre pez