CONTAMINACIÓNLUMÍNICA ¡HASTA ENLAS CUEVAS! Según datos de la Agencia Internacional de Energía, el alumbrado exterior representa el 43% del consumo de energía en el sector de servicios públicos, que a su vez representa el 0,8% del consumo de energía final en España —764 ktep—, por lo que iluminar la vía pública y sus monumentos representa, solo, el 0,34% del consumo energético total del país. Aunque es-tos datos sean insignificantes en términos ma-croenergéticos, el problema de la iluminación no es solo económico, sino también de sosteni-bilidad. Desde el año 2008 la UNESCO declaró el cielo estrellado Patrimonio de la Humanidad, y las luminarias que emiten luz hacia el cielo ponen en peligro la contemplación de las estre-llas. De hecho, según la página web Earth at ni-ght (un medidor de contaminación lumínica en el mundo que utiliza datos de la NASA), España es el tercer país de la UE donde más contami-nación lumínica hay. Algo que corrobora un es-tudio del astrofísico español Alejandro Sánchez de Miguel, miembro de la Dark Sky Association, quien confirma que son Madrid, Zaragoza, Se-villa, Barcelona y Valencia las ciudades que más potencia de luz emiten al cielo. Si hay un tipo de iluminación arquitectónica que marca per-fectamente el relato histórico y hasta artístico esa es la de las cuevas. Quien haya visitado las Cuevas del Drach (Mallorca), la cueva de El Soplao (Cantabria) o los Jameos del Agua (Lan-zarote) no ha dejado de reparar en lo básico que es, en estos espacios, que la luz guíe en la visita. El primero en darse cuenta fue uno de los ingenieros luminotécnicos más importantes de nuestra historia, el también arquitecto catalán Carles BuÏgas, autor de numerosas fuentes luminosas como las del Palacio de Pedralbes o la Fuente Mágica de Montjuic. En 1935 Buïgas diseñó la iluminación artística de las cuevas del Drach, que ha perdurado en su estilo hasta ahora. No en vano su estilo era conocido por muchos como el arte del agualuz.