Tiffany & Co. / cultura Tiffany & Co. De repente, uno tiene miedo y no sabe por qué… Cuando me siento así, lo único que me ayuda es ir a Tiffany’s. Me calma los nervios enseguida. Es tan silencioso y soberbio. Allí no puede ocurrir nada malo”. Como experimentaba Holly Goli-ghtly (protagonista de la novela Breakfast at Tiffany’s, de Truman Capote), quienes se acercan a la joyería más fotografiada de la Quinta Avenida neoyorquina se identi-fican plenamente con el personaje encarnado en la gran pantalla por Audrey Hepburn. Porque, en nuestra memoria sentimental, siempre quedará una imagen indeleble: un esca-parate icónico, una chica ele-gantísima que desayuna frente a él… Y la seguridad de que dentro de aquel fastuoso esta-blecimiento encontraremos los mejores diamantes del mundo. Todo comenzó en 1837, cuando Charles Lewis Tiffany y un amigo de infancia abrieron, con solo mil dólares, una tienda en Nueva York. Se trataba de una papelería que, con los años, comenzó a vender tam-bién porcelana, cristalerías, cu-berterías y relojes. Aquel bazar de maravillas fue centrando su actividad en las joyas, editando en 1845, por primera vez, el mítico Libro azul de la firma, un catálogo que mostraba los úl-timos diseños de alta joyería. En 1853, la empresa tomó el nombre de Tiffany & Co., y co-menzó su expansión por París y Londres. Fue poco después adaptación al nuevo siglo Además de una rehabilitación siguiendo criterios de sostenibilidad, la sede de Tiffany ha incorporado un nuevo volumen de vidrio que está dedicado a la celebración de todo tipo de eventos. © Dimitrios Kambouris/Getty Images