“No me han regalado nada” Es una figura emblemática en el mundo del automovilismo español, conocido por su destreza, técnica, honestidad y pasión en la Fórmula 1. A lo largo de su larga carrera ha mantenido una dedicación inquebrantable al deporte de las cuatro ruedas. Pedro Martínez de la Rosa Seguir leyendo Seguir leyendo Texto: CECILIA LORENZO Fotos: claudio valdés ¿Cómo empezó tu pasión por el automovilismo y cuándo decidiste que querías ser piloto de Fórmula 1? Cuando tenía 4 o 5 años ya empecé a ir en moto y en karts. Y ya desde ese momento sabía que me quería dedicar al motor. La pasión me viene muy influenciada por mi padre. Él competía en karting, radiocontrol, en rallyes, en motonáutica o en F3, y me transfiere esta pasión por las cuatro ruedas. Sin la influencia de mi padre yo no me hubiese dedicado a esto. Pero él no quería que me dedicara a esto. Mi tío murió en un accidente de tráfico, y en el momento que ocurrió esto, mi padre dejó de competir, le cogió miedo a las carreras, y por eso no quería que yo me dedicara profesionalmente. Aunque me apoyaba en todo, de todas las carreras que hice solo vino a verme a una. Porque sufría. No he tenido una familia que me empujara, sino que yo he tenido que empujar a la familia para dedicarme a esto. ¿Empezaste a competir muy joven? Sí, empecé primero en competiciones de radiocontrol, cuando tenía 8 o 9 años. Gané el campeonato de España, el de Europa, fui subcampeón del mundo. Entonces le dije a mi padre que me comprara un kart. Me dijo que no. Estuve un año en blanco y a los 15 años empecé a correr en karts. Cuando yo empiezo a competir, la federación española hace una selección de los mejores pilotos de España. Me llaman para hacer una selección de los 3 mejores en Jarama, y gano una beca que consistía en competir en Fórmula Fiat, en el año 89. Mi padre llama a la Federación y les dice que muchas gracias, pero que su hijo no va a competir. Y en ese momento yo decidí dejar de correr en karts, que era mi ilusión. Mi padre volvió a llamar y la persona que le cogió el teléfono le dijo: “Si usted no quiere que su hijo compita, no pasa nada, pero que sepa que no solo ha ganado, sino que le ha sacado mucha diferencia al segundo”. Ahí mi padre cambió de opinión y ese fue el momento en que empezó a girar todo. Pero he tenido que luchar. Mi padre me dijo: “Si te quieres dedicar, de acuerdo, pero yo no te voy a poder ayudar”. O sea, que yo haya llegado a la F1 ha sido un milagro. Mi padre no puso ni un euro en mi carrera, lo puso en mi educación. Y le estoy muy agradecido, porque al final te lo has de currar tú. Básicamente no me han regalado nada. Durante tu carrera como piloto, ¿ha habido alguna carrera que consideres la más significativa? Hay muchas a destacar. Una muy importante fue en Fórmula 3. En 1995 me voy a correr a Japón. Dejo el equipo nacional de la Federación Española y me voy a vivir a Japón. Era todo nuevo para mí. La primera carrera que corrí en Suzuka, gané. Recuerdo que esa victoria a mí me dio mucha confianza. Es un momento muy bonito. Me hizo muchísma ilusión. Y luego ya en Fórmula 1, recuerdo mi único podio, en el año 2006, en Hungría. Quedé segundo. Fue muy bonito. Cuando llegas a la F1 ya es una pasada, pero si encima te subes al podio... Fue mi mejor resultado. Son momentos que tienes grabados en tu foto de memoria. ¿Cómo te preparabas mental y físicamente para una carrera? Desde el año 93 he contado con la ayuda de un preparador físico, David Pérez. Estuve toda mi carrera deportiva con él. Para mí ha sido muy importante tener a una persona que te enseña la disciplina, los valores del deporte... Psicológicamente no he tenido mucha preparación. Lo que me ha servido es entrenar muy duro y mucho. Me ayudaba a pensar que estaba más preparado que los demás. Ahora hay más facilidades, como simuladores para aprender cómo reaccionar en situaciones de presión. En mi época era “háztelo tu mismo”. ¿Qué consejo le darías a los y las jóvenes que quieren dedicarse al automovilismo? Les diría que es un deporte precioso, porque es un deporte de equipo. Trabajas con un equipo humano muy grande. Que comporta un riesgo, pero ese riesgo te enseña a que no puedes sentarte en el coche sin haber dormido o sin haberte preparado bien, ya que pones tu físico, y el de tus compañeros, en peligro. Es un deporte muy completo. Es peligroso, pero más peligroso es que los chicos y las chicas no tengan una pasión, no les guste nada, no sepan qué hacer. Cuando hay un chico o una chica que tiene una pasión, como padre, lo único que puedes hacer es empujarles a que puedan desarrollar su pasión. ¿Cómo ha cambiado la Fórmula 1 desde que comenzaste hasta ahora? Se ha vuelto mucho más tecnológica. Hoy el coche es un laboratorio con sensores. La gran diferencia es que cualquier parámetro del coche es analizado. Los volantes han pasado de tener un botón para oír la radio a tener todas las teclas del piano. Por poner un ejemplo, cuando yo competía, los neumáticos no tenían ningún sensor. Tú dabas unas vueltas, el mecánico te medía la temperatura de la superficie de la goma, la presión... Hoy en día, el piloto, desde dentro del coche, de manera dinámica, sabe cuál es la temperatura de la superficie, la temperatura interior y la presión durante la vuelta. Esto ya te indica el grado de complejidad. Todo es mucho más tecnológico. ¿Un deporte de equipo? Sí, totalmente. El piloto es el delantero centro, que mete los goles o no según si está acertado o no, o si el equipo le da asistencias. Todo el equipo es importante. Antes sí era el más importante. Con los años se ha ido diluyendo. Pero eso no significa que no sea importante. Para ganar hay que marcar gol. Si tú no lo metes lo meterá tu compañero con el mismo coche. Después de retirarte como piloto activo, te has dedicado a ser comentarista deportivo. ¿Cómo ha sido la transición? Fue una transición muy gradual, en la que siempre tuve la complicidad de Antonio Lobato. El entendió que yo primero era piloto y luego comentarista. Fue muy fácil. He aprendido mucho. Era una persona tímida y esto me ha ayudado a volverme más extrovertido, a expresar mejor las cosas. He tenido mucha suerte con Antonio y todo el equipo. Además, he sido y soy una persona cero envidiosa. Me encanta ensalzar el trabajo de los demás. A mí comentar me divierte especialmente, porque me gusta detectar talento. Como embajador de Aston Martin en la Fórmula 1, ¿cuáles son tus responsabilidades y objetivos principales? Mi responsabilidad principalmente es a nivel de relaciones públicas, márqueting, eventos… ayudar al equipo en todo ello. Donde no llegan los pilotos, donde no llegan Fernando y Lance, pues ayudarles. Con la prensa, en los eventos, con los patrocinadores… Esa es mi labor. También he intentado hacerle a Fernando la adaptación al equipo lo más fácil posible. ¿Cómo ves el futuro de la F1 en términos de tecnología y sostenibilidad? Está bastante marcado. A partir de 2026 hay un cambio de reglamento donde los combustibles van a ser de origen no fósil, lo que significa que la huella de carbono será cero. Y en 2030 toda la F1 tendrá huella de carbono cero. No solo el combustible. Hay una electrificación muy importante. Ese es el futuro. Pero deseo que siempre haya un componente de motor de combustión interna, porque creo que al final la F1 es entretenimiento. ¿Cuáles son tus proyectos o planes para el futuro? Mi proyecto Ir año a año. Dicen que los pilotos somos muy malos a nivel estratégico, que solo vemos a dos semanas vista, la próxima carrera. Yo he conseguido ir año a año. Ya es mucho. Vamos a hacer este año con Aston Martin, también con DAZN. Y ese es mi objetivo. Luego, pues ya veremos.