Carcassone y los castillos cátaros Un tiempo: la edad media. Un escenario: las tierras del Languedoc y sus espectaculares castillos. Los protagonistas: los cátaros. El argumento: una religión perseguida que acabó desapareciendo junto con sus practicantes. Texto: CECILIA LORENZO La ciudadela medieval o la “cité” de Carcassonne ocupa ocupa 13 hectareas de extensión. Seguir leyendo Seguir leyendo No hablamos de una película ni de un bestseller, es la historia de un territorio próximo con un inmenso patrimonio cultural y natural. Hay tantos castillos que incluso existe un pasaporte que se sella después de la visita de cada monumento y con el cual se consiguen descuentos. Lo podéis adquirir en los mismos castillos o en las oficinas de turismo de la zona. Carcassone Carcassonne, patrimonio de la Humanidad, es el punto neurálgico de la ruta de los cátaros. Está formada por una doble muralla de tres kilómetros, un foso, un camino de ronda y hasta cincuenta y dos torres de vigía. En su interior: el castillo, la iglesia, los callejones, las plazas… El recorrido habitual comienza cruzando el puente levadizo y la puerta narbonesa y continúa por las calles llenas de tiendas y talleres, la muralla y la visita al castillo condal o la basílica de Saint Nazarie. La guinda: un brindis en una sus pequeñas y acogedoras tabernas con vino de Cabardès, que es la denominación de origen más próxima a la ‘cité’. Castillos de Lastours Este grupo de castillos, situados a doce kilómetros al norte de Carcassonne, ofrecen una de las imágenes más impresionantes del viaje, las cuatro fortalezas de Cabarés, Tour Régine, Surdespine y Quertinheux, edificadas sobre el mismo cerro. Antes de ir al mirador (Belvedere), desde donde se observa la mejor panorámica de los cuatro castillos, vale la pena visitar la exposición que hay en el pueblo sobre la historia de los cátaros. Descubriréis que los castillos de Lastours eran clave para atravesar las montañas del Cabardès y que durante la cruzada contra los cátaros estos opusieron, desde aquí, una resistencia ejemplar. Castillo de Montsegur Cerca de la localidad de Foix, este castillo fue uno de los últimos del catarismo. El 16 de marzo de 1240, en la cruzada de la religión católica contra los herejes, se quemaron a más de 220 cátaros. Su recuerdo, y la multitud de leyendas que se explican alrededor de este episodio histórico, hace que sea uno de los espacios más significativos de la ruta cátara. Se puede acceder después de una caminata corta pero intensa de unos veinte minutos. La guinda: un brindis en una de sus pequeñas y acogedoras tabernas con vino de Cabardès, que es la denominación de origen más próxima a la ciudad medieval El castillo de Queribús se situa en una estratégica colina rocosa que se eleva a 728 metros de altitud. Fue el último castillo de la resistencia, el 1255, en la cruzada cristiana contra la religión cátara El exclusivo club de los 1.000 CV se complementa con algunos coches que, sin lograr tan redonda cifra, son capaces de ofrecer un rendimiento descomunal Castillo de Termes En este caso, el castillo se encuentra en medio del casco urbano de Villerouge-Termenès. Es una típica fortaleza medieval, con una torre cuadrada perforada de aspilleras y flanqueada de torres semicirculares, la más grande de las cuales se usó de torre maestra. Fue propiedad de los arzobispos de Narbona y pasó a manos de Simón de Monforte del Cid después de la rendición de Termes en 1210. Ahora es un museo sobre la historia del catarismo. Castillo de Queribús Fue el último castillo de la resistencia en 1255, durante la cruzada contra los cátaros. Se sitúa en lo alto de una colina rocosa que se eleva a 728 metros de altitud y ofrece al visitante una vista magnífica que llega hasta el castillo de Peyrepertuse, en el noroeste, y se prolonga hasta el mar, en el suroeste, y hasta la montaña del Canigó, en el sur. Hoy presenta un estado ruinoso, pero todavía imponente, con muros de piedra, cisternas y una torre muy bien conservadas. Todo ello hace que la ruta que sube hasta el castillo, a través de un camino empinado, que se puede realizar en 15 minutos, valga mucho la pena. Castillo de Pyerepertuse La cresta donde se asienta el castillo se asemeja a la forma de un barco gigante, mide más de 300 metros de este a oeste y culmina con su mascarón de proa, donde se alza el castillo de San Jorge, a 800 metros de altitud. Todavía hoy, el castillo parece inaccesible, pero es posible llegar a él a través de un pequeño sendero, andando unos 45 minutos por la montaña. La visita permite ver el patio interior, la torre, los restos de la iglesia, y el castillo, al cual se accede por una escala de más de setenta escalones. El esfuerzo de caminar se ve recompensado por unas vistas espectaculares y muy fotogénicas del conjunto monumental y de su entorno. mental y de su entorno No hablamos de una película ni de un bestseller, es la historia de un territorio próximo con un inmenso patrimonio cultural y natural. Hay tantos castillos que incluso existe un pasaporte que se sella después de la visita de cada monumento y con el cual se consiguen descuentos. Lo podéis adquirir en los mismos castillos o en las oficinas de turismo de la zona. Carcassone Carcassonne, patrimonio de la Humanidad, es el punto neurálgico de la ruta de los cátaros. Está formada por una doble muralla de tres kilómetros, un foso, un camino de ronda y hasta cincuenta y dos torres de vigía. En su interior: el castillo, la iglesia, los callejones, las plazas… El recorrido habitual comienza cruzando el puente levadizo y la puerta narbonesa y continúa por las calles llenas de tiendas y talleres, la muralla y la visita al castillo condal o la basílica de Saint Nazarie. La guinda: un brindis en una sus pequeñas y acogedoras tabernas con vino de Cabardès, que es la denominación de origen más próxima a la ‘cité’. Castillos de Lastours Este grupo de castillos, situados a doce kilómetros al norte de Carcassonne, ofrecen una de las imágenes más impresionantes del viaje, las cuatro fortalezas de Cabarés, Tour Régine, Surdespine y Quertinheux, edificadas sobre el mismo cerro. Antes de ir al mirador (Belvedere), desde donde se observa la mejor panorámica de los cuatro castillos, vale la pena visitar la exposición que hay en el pueblo sobre la historia de los cátaros. Descubriréis que los castillos de Lastours eran clave para atravesar las montañas del Cabardès y que durante la cruzada contra los cátaros estos opusieron, desde aquí, una resistencia ejemplar. Castillo de Montsegur Cerca de la localidad de Foix, este castillo fue uno de los últimos del catarismo. El 16 de marzo de 1240, en la cruzada de la religión católica contra los herejes, se quemaron a más de 220 cátaros. Su recuerdo, y la multitud de leyendas que se explican alrededor de este episodio histórico, hace que sea uno de los espacios más significativos de la ruta cátara. Se puede acceder después de una caminata corta pero intensa de unos veinte minutos. La guinda: un brindis en una de sus pequeñas y acogedoras tabernas con vino de Cabardès, que es la denominación de origen más próxima a la ciudad medieval El castillo de Queribús se situa en una estratégica colina rocosa que se eleva a 728 metros de altitud. Fue el último castillo de la resistencia, el 1255, en la cruzada cristiana contra la religión cátara Castillo de Termes En este caso, el castillo se encuentra en medio del casco urbano de Villerouge-Termenès. Es una típica fortaleza medieval, con una torre cuadrada perforada de aspilleras y flanqueada de torres semicirculares, la más grande de las cuales se usó de torre maestra. Fue propiedad de los arzobispos de Narbona y pasó a manos de Simón de Monforte del Cid después de la rendición de Termes en 1210. Ahora es un museo sobre la historia del catarismo. Castillo de Queribús Fue el último castillo de la resistencia en 1255, durante la cruzada contra los cátaros. Se sitúa en lo alto de una colina rocosa que se eleva a 728 metros de altitud y ofrece al visitante una vista magnífica que llega hasta el castillo de Peyrepertuse, en el noroeste, y se prolonga hasta el mar, en el suroeste, y hasta la montaña del Canigó, en el sur. Hoy presenta un estado ruinoso, pero todavía imponente, con muros de piedra, cisternas y una torre muy bien conservadas. Todo ello hace que la ruta que sube hasta el castillo, a través de un camino empinado, que se puede realizar en 15 minutos, valga mucho la pena. Castillo de Pyerepertuse La cresta donde se asienta el castillo se asemeja a la forma de un barco gigante, mide más de 300 metros de este a oeste y culmina con su mascarón de proa, donde se alza el castillo de San Jorge, a 800 metros de altitud. Todavía hoy, el castillo parece inaccesible, pero es posible llegar a él a través de un pequeño sendero, andando unos 45 minutos por la montaña. La visita permite ver el patio interior, la torre, los restos de la iglesia, y el castillo, al cual se accede por una escala de más de setenta escalones. El esfuerzo de caminar se ve recompensado por unas vistas espectaculares y muy fotogénicas del conjunto monumental y de su entorno. mental y de su entorno