Los exclusivos populares No son necesariamente los últimos ni los más potentes... pero por alguna razón son los que más han calado en la memoria popular, y para muchos son los modelos en los que primero se piensa cuando se escucha el nombre de la marca: el Testarrossa, el DB, el Countach, el Quattro, el “Alas de Gaviota”... Texto: gonzalo de martorell Seguir leyendo Seguir leyendo Si algo maravilloso tiene el mundo del motor es que es tan amplio y tan transversal que no hay límite a lo que cada aficionado quiera convertir en objeto de su admiración. Marcas, modelos, pilotos, circuitos, técnicos, diseñadores... todo cabe como referente personal. Pese a eso, sin embargo, es incuestionable también que hay una serie de modelos que, por una razón u otra, han calado especialmente en el imaginario colectivo automovilístico incluso para quienes estos coches no pasan de ser un sueño inalcanzable. No se trata ya de los modelos más actuales pero sí son los que en un momento determinado más impactaron por su estética, sus prestaciones o sus gestas deportivas a toda una generación. Aston Martin DB5 La reacción es automática: leer este nombre y asociarlo de inmediato al de James Bond. Y lo más paradójico de todo es que el DB5 no era el coche en el que se había pensado inicialmente para que fuera conducido por el agente 007. Como la marca elegida se negó a ceder automóviles para lo que se creía que iba a ser un film de espías de bajo presupuesto la producción optó por seleccionar dos Aston DB5... y nació el mito. Al contrario de los “gadgets” de atrezzo que el coche de Bond lleva como arsenal para su lucha contra el mal, sus prestaciones son reales y muy reales. El DB5 fue presentado en el Salón de Frankfurt de 1963, equipa un motor de aluminio de 4 litros que entrega 286 CV y es capaz de impulsar el coche hasta los 233km/h siendo en ese momento el GT de 4 plazas más rápido del mundo. Pese a eso, en realidad tuvo una vida comercial muy breve ya que solo se fabricaron 887 unidades durante dos años. Audi Quattro Cuando el Salón de Ginebra de 1980 abrió sus puertas, el mundo del automóvil observó admirado cómo Audi mostraba el primer deportivo de serie con tracción a las cuatro ruedas desde el minoritario Jensen FF de 1966. El coche era imponente, una maravilla que había comenzado a gestarse en 1976 cuando la marca experimentaba con tracciones alternativas destinadas a un futuro vehículo militar. Los ingenieros de Audi tuvieron entonces la genial idea de incorporar ese nuevo sistema integral en el deportivo en el que estaban trabajando, el llamado “Proyecto 262”. El secreto del éxito radicó en la utilización de ejes huecos que aligeraban el conjunto y tres diferenciales independientes, uno central que se encargaba de distribuir la potencia a los dos ejes mediante otros dos diferenciales, y dos ejes, uno primario y otro secundario. Su propulsor era un 5 cilindros y 2.1 litros Turbo y 200 CV que permitían a Audi pasar de 0-100 en 7,1 segundos y alcanzar los 220 km/h. Tras la tecnología llegaron las manos mágicas de Walter Rohrl o Michelle Mouton... y el primer Quattro entró directamente (y por la puerta grande) en la leyenda. Ferrari Testarrosa Es difícil encontrar un modelo que haya llenado más paredes en forma de póster o haya forrado más carpetas con sus fotografías que el Testarrosa. Incluso hoy, 40 años después de su lanzamiento, decir Testarrosa es decir “Ferrari”. La razón del especial impacto que el Testarrosa causó en el gran público es difícil de entender; Ferrari ya tenía coches maravillosos antes y también los tuvo después, pero este modelo fue especial. Quizás fue por su diseño Pininfarina, quizás por su longevidad (ya que estuvo doce años en el mercado), quizás porque apareció en infinidad de series y películas en los felices 80 o porque su nombre resultaba evocador y fácil de recordar. Su significado equivale a “pelirrojo” y es un guiño a las culatas pintadas en rojo que llevaba el coche. Jaguar E-Type Un elegante E-Type -por supuesto de color “British Racing Green”- rodando por la campiña inglesa o por alguna carretera de la Costa Azul sigue siendo la icónica imagen que viene a la cabeza cuando se escucha “Jaguar”. Desde que fueron presentados en 1961 en el Salón de Ginebra, el “9600 HP” y el “77 RW” no han dejado de personificar en materia automovilística el más puro estilo de la marca de Coventry. El E-Type fue diseñado por Malcom Sayer, un ingeniero aeronáutico que durante la Segunda Guerra Mundial había creado, entre otros, el bombardero Bristol Blenheim, y que aprovechó la experiencia adquirida en perfiles de alta penetración aerodinámica para dar vida al del Jaguar. Los modelos fabricados entre 1961 y 1964 montaban motores 6 cilindros de 3.8 litros y 269 CV mientras que los construidos entre 1965 a 1967 equipaban propulsores de 4.2 litros y también 6 cilindros con 276 CV. Lamborghini Countach Los grandes especialistas en la marca de Santa Ágata sin duda convendrán que el Miura es el modelo más significativo en la historia de Lamborghini y de hecho la propia marca le otorga siempre un reconocimiento especial en este sentido. Pero hubo muchos aficionados menos avezados que “descubrieron” los supercoches boloñeses gracias a las afiladas y nunca vistas hasta la fecha líneas del Countach. El agresivo estilo de Pagani aún hoy sigue siendo uno de los modelos más recordados de la marca del toro bravo. El Countach fue un tracción trasera que estuvo en producción desde 1974 hasta 1990, primero con un motor V12 de 3.9 litros y posteriormente de 5.2. Fue un modelo muy longevo porque se adelantó a su tiempo en uso de materiales avanzados en su momento como la fibra de vidrio y el aluminio aeronáutico. “Countach”, por cierto, es un término del dialecto italiano piamontés que podríamos traducir como “piropo” o “¡Caramba!” y parece ser que fue lo que exclamó el mismo Ferruccio Lamborghini cuando lo vio por primera vez. Mercedes-Benz Type 300 SL Los apasionados de la mecánica dirán que los Serie 300 S fueron los primeros automóviles de producción en montar un motor de gasolina con inyección directa de combustible, o hablarán de su chasis multitubular y de su tendencia al sobreviraje que lo hacía difícil de conducir y le valió el apodo de “Widowmaker”. Y todo ello será cierto, pero la razón por la que el 300 SL quedó grabado en la retina de tanta gente es su estética culminada por sus puertas en “alas de gaviota” o “Gull Wing”. Fue una joya diseñada por Rudolf Uhlenhaut, promovida por Max Hoffman y presentada en el Salón del Automóvil de Nueva York de 1954. Nacido tanto para carretera como para competición, su chasis tubular pesaba 50 kg e iba acompañado de una carrocería ultraligera de aluminio y magnesio. El hecho de que el chasis envolviera todo el habitáculo obligó a diseñar la apertura de las puertas que se convirtió en seña de identidad del modelo. El resultado fue un conjunto que pesaba únicamente 870 kg movido por un motor de seis cilindros en línea de 3.0 litros y 175 CV. “British Style” vs “Italian Syle” Probablemente la gran diferencia entre el estilo automovilístico británico y el italiano a la hora de diseñar sus grandes coches es que en el primero el modelo se diseña de afuera hacia adentro mientras que en el segundo se hace de dentro hacia afuera. Dicho de otro modo: en el Reino Unido se tiende a dar prioridad a la elegancia y la comodidad para desarrollar el modelo a partir de ahí, mientras que en Italia el objetivo se pone siempre primero en la potencia y en las prestaciones y el coche se construye alrededor del motor.