Recarga del acuífero

Siguiendo el ejemplo de la Empresa Concesionaria de Aguas Subterráneas del Río Llobregat, que construyó una planta para extraer e impulsar agua del acuífero hacia Barcelona, en 1909 Aigües de Barcelona puso en funcionamiento la Central Cornellà para aumentar la capacidad de captación de agua.

El acuífero del Llobregat ocupa un espacio subterráneo de 110 km2, que se extiende desde Pallejà hasta el mar, con cavidades que pueden contener aproximadamente entre 50 y 100 hm3 de agua. Está dividido en dos partes, el acuífero libre y el cautivo, que empieza en Cornellà, con un agua de más calidad. En los años cincuenta, el acuífero proporcionaba el 80% de los recursos hídricos para dar respuesta a la expansión demográfica del área metropolitana. Entonces se produjo un fuerte episodio de sequía que se prolongó durante años y que acabó implicando el descenso del nivel freático. Hasta el punto de que Aigües de Barcelona decidió construir la planta potabilizadora (ETAP) de Sant Joan Despí para poder usar el agua superficial y ampliar los recursos hídricos del área metropolitana.

Con la nueva instalación se dejó de depender del agua subterránea del Llobregat. Además, la compañía tomó una decisión estratégica a largo plazo: utilizar el acuífero del Llobregat como gran reserva estratégica para el área metropolitana de Barcelona. A partir de 1955, cuando se inaugura la ETAP de Sant Joan Despí, y durante la década de los sesenta, Aigües de Barcelona protagonizó un proceso de aprendizaje de casos de recarga de acuíferos de forma artificial, a fin de preservar esta gran reserva de agua.

Se comenzaron a realizar trabajos de escarificación del cauce del río Llobregat para facilitar la penetración de agua superficial hacia el acuífero y que se fuera extendiendo por toda su superficie de forma natural. También se realizaron aplicaciones de recarga artificial en pozos ubicados en el acuífero del río Besòs.

Para impulsar esta decisión estratégica, en 1969 se redactó un plan para inyectar de forma artificial agua en el acuífero del Llobregat a partir de los pozos de la Central Cornellà, que pasaron a ser pozos no solo de captación, sino de infiltración de agua procedente de la potabilizadora de Sant Joan Despí. Una iniciativa que ya en aquellos años fue estudiada en universidades de Estados Unidos. Para efectuar la recarga, se pasaron a usar excedentes de agua de la potabilizadora. El hecho de estar tratada conllevaba que el agua ya entrara con buena calidad en el acuífero. Todo el proceso garantizaba los niveles del mismo, hecho que no solo ha generado una reserva estratégica para el área metropolitana de Barcelona, sino que también ha servido para crear barreras que eviten su contaminación y salinización. Una apuesta que la compañía hizo hace 50 años y que se mantiene vigente y garantiza la gran calidad del agua que abastece a diario a más de tres millones de personas y centenares de industrias.

EN EL CORAZÓN DEL ACUÍFERO
Vista aérea de la Central Cornellà en los años cincuenta, en medio de las zonas agrícolas, industriales y urbanas que se abastecían del acuífero del río Llobregat. Archivo Aigües de Barcelona.