troduciéndose en el agua. ¡Funcionó! Las plantas purificaron el agua. La idea nació de manera experimental y después fui perfeccionando el sis- tema del sustrato de soporte y con- seguí que el agua se colase entre las plantas, todo gracias a la experimen- tación. Y la experimentación sigue siendo a día de hoy el hilo conductor de mi trabajo. ¿Cómo elige las plantas para sus proyectos de jardines verticales? ¿En función de la luz o del ambiente? Eso también exige mucha experi- mentación. Por ejemplo, a principios del 2020 en Kuwait, he instalado un jardín vertical de 410 m de longitud para un centro comercial en el que he colocado 150.000 plantas de 104 especies diferentes, ordenándolas según su exposición a la luz, a la climatización… Todo se basa en la experiencia y cambia según cada caso: si el muro está en el interior o en el exterior, si está orientado hacia el norte o hacia el sur, en qué lugar nos encontramos, cómo es el clima en el exterior... En Australia he utili- zado únicamente 250 especies endé- micas del sur del país y he hecho lo mismo en San Francisco para un jar- dín vertical realizado únicamente con plantas de la zona. En París o Madrid es distinto: no existen tantas plantas endémicas, así que selecciono distin- tas especies; es una experimentación continua y cada muro es único. ¿Pueden los jardines verticales ser también una solución a los pro- blemas de emisiones de CO, de2 aumento de la temperatura y de contaminación? Los jardines verticales son importan- tes por diversas razones. En primer lugar, por el efecto psicológico de poseer un espacio verde en el cen- tro de una ciudad, de un hotel o de un centro comercial. Es un concepto distinto al jardín tradicional, por el que se puede pasear. En el caso de los jardines verticales, en cambio, es posible descubrir un fragmento de la naturaleza del mundo con una variedad de especies increíbles. Es una naturaleza que l lega de forma inesperada y directa a una calle o un Jardín vertical del Museo Quai Branly en París edificio. El efecto psicológico es muy © Patrick Blanc Página 47