do, su utilización no era extraña en colegios, institutos y otros edificios dotacionales; habitualmente, coincidiendo en zonas de vestíbulos, cajas de escaleras, zonas húme-das o dependencias de uso general. Normalmente suelen ser cuadrados, si bien los hay también rectangulares y de dimensiones distintas, pero dentro de un rango muy cer-cano. Aunque lo habitual es que sean transparentes, de igual forma existen de diferentes tonalidades y acabados. Algunos fabricantes han desarrollado una gama de complementos para su puesta en obra, como son: cru-cetas, separadores en X, separadores de T, perfil laminar de junta, ventanas (con acople perimetral y dimensión acorde con el módulo de estos), bloques de ventilación y perfiles de remate lateral o final. También están dispo-nibles varillas corrugadas, ya sean de acero o de vidrio. Hay que indicar que la falta de utilización de algunas o varias de estas piezas especiales puede contribuir a la deficiente puesta en obra de la unidad constructiva, y a la postre, a facilitar la presencia de ciertas anomalías. La patología más habitual es la rotura del pavés, mu-chas veces motivado por la falta de capacidad para ab-sorber movimientos, dilataciones o tensiones. Le sigue, en segundo lugar, el deterioro del material de relleno de PROFESIÓN / MUSAAT Figura 5: fachada acristalada realizada con piezas de pavés.