+de 200 KM/H El artista aún sobrevuela Figueres, se pasea por sus calles y entra y sale de comercios y restaurantes. Seguir leyendo Inspirados por Dalí. Jaume Subirós (abajo), del restaurante El Motel, trató a Dalí, y Aniol Pararols, del Bocam (arriba) le dedica dos platos. El pintor, hijo de la burguesía local –su padre era notario–, visitó muy pronto las tierras del Cabo de Creus, a las que este le llevaba con frecuencia cuando era niño. Como ocurriría con las calles y rincones de su localidad natal, aquellos parajes rocosos, esculpidos por el mar y el viento, le impresionaron tan vivamente que, con el tiempo, se convertirían en lugares y motivos recurrentes en su obra. El mismo Dalí, en un texto autobiográfico redactado en 1973 con André Parinaud, lo des-cribe así: “Solo necesito cerrar los ojos para revivir, intactos, aquellos paisajes, aquellas imágenes, y entonces establezco el más extraño de los diálogos conmigo mismo. Todas las rocas, todas las colinas del Cabo de Creus, están en una metamorfo-sis permanente. […] La tramontana, en este cabo dedicado a Afrodita por los antiguos, ha esculpido las figuras de ensueño como yo modelo los personajes en el teatro de mi vida”. Un teatro que alberga una vida Hay quien sostiene que Salvador Dalí hizo de su paso por el mundo una gran obra teatral, y es posible que así fuera. Siempre hubo, en su vida, en sus trabajos, algo de paradó-jico, igual que el hecho de que sea precisamente un teatro el edificio que, convertido en museo, reúne la mayor colec-ción de obras del artista, muchas de ellas realizadas por Dalí con la intención expresa de que fueran expuestas en él. El Teatro-Museo Dalí, al que se podría considerar la mayor de sus obras surrealistas, se inauguró como tal en 1974. Está en pleno centro de la ciudad, y destaca entre los edificios de Figueres por su gran cúpula geodésica, los elementos en su exterior y la alucinante composición y adornos de su fachada. Además de ser el más concurrido de Cataluña, es uno de los más visitados de todo el territorio español. El propio Dalí quería que quien entrara en él saliera “con la sensación de haber tenido un sueño teatral”, y así es. El efecto se consigue plenamente. No es sencillo describir su interior, una especie de asombroso y surrealista laberinto que, además de la cripta donde el pintor está enterrado –murió en 1989–, alberga más de 1.500 piezas entre pinturas, dibujos, escul-turas, grabados, instalaciones, hologramas, estereoscopias y fotografías. Una colección que recorre y describe toda la tra-yectoria artística del pintor, desde sus obras más tempranas hasta algunas de las realizadas en los últimos años de su vida, que se muestran en las salas de la anexa Torre Galatea, donde Dalí vivió desde 1981 hasta su muerte, y que fue incorporada al museo en 1994. Un nuevo espacio se abrió también en la institución algunos años después, en 2001, el llamado Espacio Dalí-joyas, donde se exponen 37 joyas de oro y piedras precio-sas diseñadas por él, que fueron adquiridas a la fundación nor-teamericana Owen-Cheatam en 1999. Montse Aguer, directora de los Museos Dalí en Cataluña, del Centro de Estudios Dalinianos, y patrona de la Fundación Gala-Dalí, es consciente de que el pintor sigue siendo, a todos los niveles, el gran referente de la ciudad de Figueres: “Es un artista que, desde lo más ultralocal, se ha hecho universal, y que ha plasmado de manera fotográfica, podríamos decir hipe-rrealista, su paisaje. Dalí representa una manera determinada de acercarse al mundo, que tiene sus raíces en Figueres, don-de quiso crear su Teatro-Museo Dalí, su última gran obra, con todo lo que representa a nivel artístico, económico y de atrac-ción cultural tanto para Figueres como para la comarca”. Dalí también como referente gastronómico Es cierto que el pintor y su obra lo son casi todo en esta ciu-dad, en la que su nombre todavía sobrevuela los tejados, se pasea por calles y plazas y entra y sale cada día, con toda la naturalidad del mundo, de comercios y restaurantes. Es el caso del Hotel Empordá y de su restaurante El Motel –en la avenida Salvador Dalí–, que desde su inauguración en el año 1961 mantiene un alto nivel de calidad, lo que lo ha con-vertido en uno de los referentes gastronómicos de Figueres. Su propietario, director y también cocinero, Jaume Subirós, para quien el secreto del éxito de su local es que no haya nin-gún secreto, trató muy de cerca a Salvador Dalí en los últi-mos años de su vida, y no duda en absoluto al formular un menú que agradara al artista: “Si al día de hoy se presentara de improviso en mi restaurante le prepararía una vichyssoisse, una tortilla de gambas de Roses y un sorbete de menta fres-ca”. Y es que Dalí inspira la creatividad de chefs y cocineros, como también ocurre con Aniol Pararols, jefe de cocina del restaurante Bocam, creador de postres como el Huevo de Dalí, relleno de mouse de fruta de la pasión, o los Labios de Gala, que acompaña con sorbete de cerezas: “Estoy seguro –afirma orgulloso– de que Dalí apreciaría el punto innovador de nuestros platos y postres”.